Bajo la disciplina de Cristo
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de los niños y jóvenes. La oveja que se extravió del redil no fue
seguida con palabras duras y látigo, sino con atrayentes invitaciones
a volver. Las noventa y nueve que no se habían extraviado, no exigían
la simpatía y el tierno y compasivo amor del pastor. Pero éste sigue
a las ovejas y a los corderos que le han causado la mayor ansiedad y
despertado más profundamente sus simpatías. Deja al resto de las
ovejas, y dedica todas sus energías a hallar a la que se había perdido.
Y luego viene otro cuadro, ¡alabado sea Dios! El pastor vuelve
con la oveja, llevándola en los brazos, y regocijándose en cada paso.
“Gozaos conmigo—dice—porque he encontrado mi oveja que se
había perdido”.
Lucas 15:6
. Estoy muy agradecida porque tenemos
el cuadro de la oveja hallada. No se nos presenta a la imaginación el
cuadro de un pastor entristecido que vuelve sin la oveja. Esta es la
lección que los subpastores han de aprender, la del éxito alcanzado
al traer de vuelta al redil la oveja y los corderos.
La sabiduría, el poder y el amor de Dios, son sin paralelo. Son
la garantía divina de que ni siquiera una de las ovejas y corderos
que se extravían, son pasados por alto, y ni uno queda sin recibir
socorro. Una cadena de oro—la misericordia y la compasión del
poder divino—se arroja en derredor de cada una de esas almas en
peligro.
Un amplio campo
Ante los que son aceptados como maestros en nuestras escue-
las se abre un amplio campo de trabajo y cultivo para la siembra
de la semilla y la cosecha del grano maduro. ¿Qué daría mayor
satisfacción que el enseñar a los niños y jóvenes a amar a Dios y
guardar sus mandamientos? ¿Qué daría mayor gozo que ver a esos
niños y jóvenes seguir a Cristo, el gran Pastor? ¿Qué derramaría más
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alegría en el alma del obrero consagrado, que el saber que su trabajo
paciente y perseverante en el Señor no es vano, el ver a sus alumnos
experimentar gozo en sus almas por los pecados perdonados, verlos
recibir las impresiones del Espíritu de Dios en la verdadera nobleza
de carácter, en la restauración de la imagen moral de Dios, en la
búsqueda de aquella paz que proviene del Príncipe de paz? ¿Es
la verdad una servidumbre? Sí, en un sentido; porque liga al alma