Página 171 - Consejos para los Maestros (1971)

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Las escuelas intermediarias
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Están tristemente mal dirigidos los esfuerzos que se hagan para
educar a nuestros niños y jóvenes en el temor del Señor, sin dar pre-
eminencia al estudio de la Biblia. A menos que haya una educación
tal, que lleve a reconocer y aborrecer el pecado, el resultado será una
deformidad moral. Nuestros hijos deben ser apartados de las malas
influencias de la escuela fiscal, y puestos donde maestros cabalmente
convertidos puedan educarlos en las Sagradas Escrituras. Así serán
enseñados a hacer de la Palabra de Dios la gran regla de su vida.
* * * * *
Puede ser que algunos pregunten: ¿Cómo se han de establecer
tales escuelas? No somos un pueblo rico, pero si oramos con fe,
y permitimos al Señor que obre en nuestro favor, él abrirá delante
de nosotros caminos para establecer en lugares retraídos pequeñas
escuelas para la educación de nuestros jóvenes, no sólo en las Escri-
turas y el saber que se obtiene de los libros, sino en muchos ramos
de trabajo manual.
Se me ha presentado con enérgica insistencia la necesidad de
establecer tales escuelas, a causa de la cruel negligencia de muchos
padres en cuanto a educar debidamente a sus hijos en el hogar.
Muchos padres y madres han parecido creer que si ponían en las
manos de sus hijos las riendas del dominio, se desarrollarían en
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jóvenes y señoritas útiles. Pero el Señor me ha instruido acerca
de este asunto. En visiones de la noche, he visto al lado de esos
hijos descuidados al que fue arrojado de los atrios celestiales porque
originó el pecado. El enemigo de las almas estaba alerta para ver las
oportunidades de ganar el dominio de la mente de todo niño cuyos
padres no le habían dado instrucción fiel acerca de las trampas de
Satanás.
* * * * *
Al hacer planes para la educación de sus hijos fuera del hogar,
los padres deben comprender que ya no es seguro mandarlos a las
escuelas fiscales, y deben esforzarse por enviarlos a aquéllas en las
cuales obtendrán una educación basada en el fundamento bíblico.
Sobre cada padre cristiano descansa la obligación solemne de dar