Página 190 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 30—Algunas de las necesidades del
maestro cristiano
[218]
Al Maestro le ha sido confiada una obra muy importante, una
obra a la cual no debe dedicarse sin una preparación cuidadosa y
cabal. Debe sentir el carácter sagrado de su vocación, y dedicarse
a ella con celo y devoción. Cuanto más conocimiento verdadero
tenga, tanto mejor hará su obra. El aula de clase no es lugar para
hacer una obra superficial. Ningún maestro que se satisfaga con un
conocimiento superficial alcanzará un alto grado de eficiencia. Pero
no basta que el maestro posea capacidad natural y cultura intelectual.
Estas cosas son indispensables, pero sin una idoneidad espiritual
para el trabajo, no está preparado para dedicarse a él. Debe ver en
todo alumno la obra de Dios, un candidato para honores inmortales.
Debe procurar educar, preparar y disciplinar de tal manera a los
jóvenes, que cada uno de ellos pueda alcanzar la alta norma de
excelencia a la cual Dios los llama.
El propósito de la educación consiste en glorificar a Dios; en
habilitar a hombres y mujeres para contestar la oración: “Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Mateo 6:10
. Dios invita a los maestros a ser su mano auxiliadora en
la ejecución de este propósito. El les pide que apliquen a su trabajo
los principios del cielo, el A B C de la verdadera educación. El
maestro que no ha aprendido todavía estos principios debe comenzar
ahora a estudiarlos. Y mientras aprende, desarrollará la idoneidad
para enseñarlos a otros.
[219]
Un conocimiento personal de Cristo
Cada maestro cristiano debe tener una comprensión inteligente
de lo que Cristo es para él individualmente. Debe saber cómo hacer
del Señor su fuerza y eficiencia; cómo confiar la custodia de su alma
a Dios como a un Creador fiel. De Cristo procede todo el conoci-
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