Algunas de las necesidades del maestro cristiano
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miento esencial para habilitar a los maestros a ser colaboradores con
Dios, para abrirles los campos más amplios de utilidad.
Muchos no aprecian este conocimiento, sino que al procurar
educarse, buscan algo que será considerado por sus semejantes como
una instrucción admirable. Maestros, sea vuestra jactancia en Dios,
no en la ciencia, no en los idiomas extranjeros ni en ninguna otra
cosa que sea meramente humana. Sea vuestra más alta ambición el
practicar el cristianismo en vuestra vida.
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como
el alba está dispuesta su salida”.
Oseas 6:3
. Como la luz del sol
resplandece con poder creciente desde la mañana hasta el mediodía;
así también a medida que progreséis en la luz inicial de la Palabra
de Dios, recibiréis más luz.
Los que aceptan la responsabilidad de enseñar deben progresar
incesantemente. No deben conformarse con morar en las tierras
bajas de la experiencia cristiana, sino ascender constantemente más
alto. Con la Palabra del Señor en la mano, y el amor de las almas
impulsándolos siempre a la diligencia constante, deben avanzar paso
a paso en la eficiencia.
La necesidad de orar que tiene el maestro
Todo maestro debe recibir diariamente instrucción de Cristo, y
debe trabajar constantemente bajo su dirección. Es imposible que
comprenda o cumpla correctamente su trabajo a menos que pase
mucho tiempo con Dios en oración. Únicamente con la ayuda divina
combinada con su esfuerzo ferviente y abnegado, puede esperar
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hacer su trabajo sabiamente y bien.
El maestro perderá la misma esencia de la educación, a menos
que comprenda la necesidad de orar, y humille su corazón delante de
Dios. Debe saber orar, y saber qué lenguaje debe usar en la oración.
“Yo soy la vid—dijo Jesús—, vosotros los pámpanos; el que perma-
nece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de
mí nada podéis hacer”.
Juan 15:5
. El maestro debe permitir que el
fruto de la fe se manifieste en sus oraciones. Debe aprender a acudir
al Señor e interceder con él hasta recibir la seguridad de que sus
peticiones han sido oídas.