Página 206 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
a las verdades que nos han llamado a destacarnos como un pueblo
peculiar delante del mundo, y que pueden guardarnos en armonía
con las leyes del cielo. En los mensajes que se nos ha enviado de
tiempo en tiempo, tenemos verdades que realizarán una obra ma-
ravillosa de reforma en nuestro carácter si les damos cabida. Nos
prepararán para entrar en la ciudad de Dios. Es privilegio nuestro
hacer progresos continuos hacia un grado superior de vida cristiana.
Loma Linda
Una noche se me despertó e instruyó para que escribiese un tes-
timonio directo relativo a la obra de nuestra escuela de Loma Linda.
Esta escuela debe hacer una obra solemne y sagrada. Las enseñanzas
de la reforma pro salud deben destacarse clara y brillantemente, a
fin de que todos los jóvenes que asistan allí puedan aprender a prac-
ticarlas. Todos nuestros educadores deben ser estrictos partidarios
de la reforma pro salud.
El Señor desea que verdaderos misioneros salgan de nuestras
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escuelas como hombres de avanzada. Han de estar completamente
consagrados a la obra, y como colaboradores de Dios ensanchar
diariamente su esfera de utilidad. La influencia de un consagrado
médico misionero como maestro en nuestras escuelas es inestimable.
Debemos convertirnos de nuestra vida deficiente a la fe del Evan-
gelio. Los seguidores de Cristo no necesitan preocuparse por brillar.
Si contemplan constantemente la vida de Cristo, serán transforma-
dos a la misma imagen en su mente y corazón. Brillarán entonces
sin intentarlo superficialmente. El Señor no pide una ostentación de
bondad. En el don de su Hijo, hizo provisión para que nuestra vida
interior esté imbuida de los principios del cielo. El apropiarnos de
esta provisión es lo que nos llevará a manifestar a Cristo al mun-
do. Cuando el pueblo de Dios experimente el nuevo nacimiento, su
honradez, integridad, fidelidad, y sus principios firmes, lo revelarán
infaliblemente.
¡Oh, qué palabras me fueron dirigidas! ¡Qué amabilidad fue
recomendada por la gracia abundantemente concedida! La mayor
manifestación que hombres y mujeres pueden hacer de la gracia y
poder de Cristo, se revela cuando el hombre natural llega a participar
de la naturaleza divina y, por el poder que imparte la gracia de Cristo,