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Consejos para los Maestros
jo el control de la razón santificada por la gracia abundantemente
otorgada por Dios.
Estamos viviendo en una atmósfera de hechizos satánicos. El
enemigo entretejerá un ensalmo de licencia alrededor de toda alma
que no haya logrado parapetarse en la gracia de Cristo. Vendrán
tentaciones; pero si velamos contra el enemigo, si mantenemos el
equilibrio del dominio propio y la pureza, los espíritus seductores no
tendrán influencia sobre nosotros. Los que nada hacen para estimular
la tentación tendrán fuerza para resistirla cuando venga; pero los que
se mantienen en una atmósfera de mal, ellos mismos tendrán la culpa
si son vencidos y caen. En lo futuro, se verán buenos motivos por los
que se han dado amonestaciones acerca de los espíritus seductores.
Entonces se verá la fuerza de las palabras de Cristo: “Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto”.
Mateo 5:48
.
Debemos guiarnos por la teología verdadera y el sentido común.
Nuestras almas deben estar rodeadas por la atmósfera del cielo. Los
hombres y las mujeres tienen que vigilarse; han de estar constante-
mente en guardia, no permitiéndose palabra o acto que podría ser
causa de que se hablase mal de su conducta. El que profesa seguir a
Cristo debe vigilarse, mantenerse puro y sin contaminación en sus
pensamientos, palabras y actos. Su influencia sobre los demás debe
ser elevadora. Su vida ha de reflejar los brillantes rayos del Sol de
Justicia.
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Es necesario dedicar mucho tiempo a la oración secreta, en
íntima comunión con Dios. Únicamente así pueden ganarse las
victorias. La eterna vigilancia es el precio de la seguridad.
El pacto del Señor ha sido hecho con sus santos. Cada uno ha
de discernir sus puntos débiles de carácter, y guardarse celosamente
contra ellos. Los que han sido sepultados con Cristo en el bautismo y
resucitados a la semejanza de su resurrección, se han comprometido
a andar en novedad de vida. “Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de
Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en
Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria”.
Colosenses 3:1-4
.