Página 231 - Consejos para los Maestros (1971)

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La dignidad del trabajo
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tantes o insignificantes, y durante su ministerio trabajaba a menudo
en ese oficio para mantenerse a sí mismo y a los demás. Pablo no
consideraba como tiempo perdido el que pasaba así. Mientras tra-
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bajaba, el apóstol tenía acceso a una clase de personas a quienes no
podría haber alcanzado de otra manera. Mostraba a sus asociados
que la habilidad en las artes comunes es un don de Dios. Enseñaba
que aun en el trabajo de cada día se ha de honrar a Dios. Sus manos
encallecidas por el trabajo no restaban fuerza a sus llamamientos
patéticos como ministro cristiano.
Dios quiere que todos trabajen. La atareada bestia de carga res-
ponde mejor a los propósitos de su creación que el hombre indolente.
Dios trabaja constantemente. Los ángeles trabajan; son ministros
de Dios para los hijos de los hombres. Los que esperan un cielo de
inactividad quedarán chasqueados; porque en la economía del cielo
no hay lugar para la satisfacción de la indolencia. Pero se promete
descanso a los cansados y cargados. El siervo fiel es el que recibirá
la bienvenida al pasar de sus labores al gozo de su Señor. Depondrá
su armadura con regocijo, y olvidará el fragor de la batalla en el
glorioso descanso preparado para los que venzan por la cruz del
Calvario.
* * * * *
Por todos lados hay padres que están descuidando el instruir y
preparar a sus hijos para el trabajo útil. Se permite a los jóvenes que
se críen en la ignorancia de los deberes sencillos y necesarios. Los
que han tenido este infortunio, deben despertar y asumir la carga del
asunto ellos mismos. Si alguna vez esperan tener éxito en la vida,
deben hallar incentivos para emplear útilmente las facultades que
Dios les ha dado.
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