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Consejos para los Maestros
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No tengan los maestros favoritos entre sus alumnos, ni presten
la mayor atención a los estudiantes brillantes y vivos. Los que apa-
rentemente son los menos promisorios, son los que necesitan más
del tacto y las palabras bondadosas que vincularán su corazón con
el del maestro.
No se debe confiar en las primeras impresiones. Ciertos alumnos
que al principio parecían tardos de comprensión, pueden hacer al fin
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mayores progresos que los que son por naturaleza más vivos. Si son
esmerados y sistemáticos en su trabajo, ganarán mucho de lo que los
otros no logran. Los que adquieren hábitos de laboriosidad paciente
y perseverante, alcanzarán más que los de mente brillante, rápida,
llena de vivacidad, quienes, aunque comprenden rápidamente los
puntos, los olvidan con igual facilidad. Los pacientes, aunque más
tardos en aprender, avanzarán más que aquellos que aprenden tan
rápidamente que no necesitan estudiar.
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No se debe agobiar a los alumnos con estudios hasta el punto
que descuiden la cultura de los modales; y sobre todo, deben insistir
en que nada les impida tener sus momentos de oración, que los
ponen en relación con Cristo. En ningún caso deben privarse de los
privilegios religiosos.
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