Página 314 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
estudio de temas que enseñen a hacer uso provechoso de todas las
facultades del cuerpo y de la mente. Es locura para los estudiantes
gastar tiempo en el estudio de idiomas muertos o en el conocimiento
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de libros en cualquier ramo en menoscabo de una preparación para
las obligaciones de la vida práctica.
¿Qué llevan consigo los estudiantes al salir de la escuela? ¿Adón-
de van? ¿Qué van a hacer? ¿Tienen el caudal de conocimientos
necesarios para enseñar a otros? ¿Han sido educados para ser buenos
padres y madres de familia? ¿Pueden ponerse a la cabeza de un
hogar como maestros entendidos? La única educación digna de este
nombre es la que induce a los jóvenes y a las jóvenes a ser buenos
cristianos, la que los habilita para cargar con las responsabilidades
de la vida, y para guiar a sus familias. Esta educación no se adquiere
en el estudio de los clásicos paganos...
Ficción de alto estilo
Hay obras de imaginación que fueron escritas con el objeto de
enseñar la verdad o dar a conocer algún gran mal. Varias de estas
obras han hecho algún bien. Sin embargo no han dejado de hacer un
daño indecible. Encierran declaraciones y descripciones de estilo
refinado que excitan la imaginación y despiertan toda una serie
de pensamientos llenos de peligro, especialmente para la juventud.
Las escenas en ellos descritas repercuten una y muchas veces en
el pensamiento del lector. Semejantes lecturas inhabilitan la mente
para obra provechosa, y la imposibilitan para el ejercicio espiritual.
Destruyen el interés por la Biblia. Las cosas del cielo ocupan poco
lugar en el pensamiento. Al detenerse el espíritu en las escenas de
impureza presentadas, despiértase la pasión y dan por resultado el
pecado.
Aun la ficción que no contenga alusiones a la impureza, y que se
haya propuesto por fin enseñar excelentes principios, no deja de ser
perjudicial. Fomenta el hábito de la lectura rápida y superficial, sólo
por el interés de la intriga. Así tiende a destruir la facultad de pensar
con ilación y vigor; incapacita al alma para contemplar los grandes
problemas del deber y del destino.
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Al dar alas al amor por pura diversión, la lectura de obras de
imaginación produce hastío de los deberes prácticos de la vida.