Página 316 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
en el curso de su educación, reciban ideas que resulten ser semilla de
pecado. Si las personas de edad madura dejaran de leer semejantes
libros, se sentirían en situación más segura, y su ejemplo e influencia
en la buena dirección facilitarían la tarea de guardar de la tentación
a la juventud.
Una fuente más pura
Tenemos en abundancia lo que es real, lo que es divino. Los que
tienen sed de conocimientos no necesitan acudir a fuentes corrompi-
das. Dice el Señor:
“Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu
corazón a mi sabiduría... Para que tu confianza sea en Jehová, te
las he hecho saber hoy a ti también. ¿No te he escrito tres veces
en consejos y en ciencia, para hacerte saber la certidumbre de las
palabras de verdad, a fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad
a los que te enviaron?”.
Proverbios 22:17-21
.
“El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual
mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos”. “Contando
a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y
las maravillas que hizo”. “Para que lo sepa la generación venidera, y
los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,
a fin de que pongan en Dios su confianza”.
Salmos 78:5, 4, 6, 7
. “La
bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con
ella”.
Proverbios 10:22
.
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La enseñanza de Cristo
Así también Cristo presentó los principios de la verdad en el
Evangelio. En su enseñanza podemos beber de las fuentes puras que
manan del trono de Dios. Cristo hubiera podido impartir a los hom-
bres conocimientos que hubieran sobrepujado cualquier descubri-
miento anterior y dejar en segundo plano todo otro descubrimiento.
Hubiera podido descubrir misterio tras misterio, y concentrar alrede-
dor de estas maravillosas revelaciones el pensamiento activo y serio
de generaciones sucesivas hasta el fin de los tiempos. Pero no quiso
dejar pasar ni un momento sin enseñar la ciencia de la salvación.
Su tiempo, sus facultades, y su vida, no los apreció ni aprovechó