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Consejos para los Maestros
inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos
estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación
grande es ésta. Porque... ¿qué nación grande hay que tenga estatutos
y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de
vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para
que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten
de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a
tus hijos, y a los hijos de tus hijos”.
Deuteronomio 4:5-9
.
¿Dónde encontraremos leyes más nobles, puras y justas que las
presentadas en los libros de estatutos que registran las instrucciones
de Moisés a los hijos de Israel? ¿Y de qué otra fuente podemos
obtener tanta fuerza o aprender tan noble ciencia? ¿Qué otro libro
enseñará a los hombres tan bien a amar, temer y obedecer a Dios?
¿Qué otro libro presenta a los estudiantes más ciencia ennoblecedora,
más admirable historia? Presenta claramente la justicia y predice las
consecuencias de ser desleales para con la ley de Jehová.
La Biblia como literatura
Como poder educativo, la Biblia es de más valor que los escritos
de todos los filósofos de todos los siglos. En su amplia variedad
de estilo y temas, hay algo para interesar e instruir a cada mente,
ennoblecer todo interés. La luz de la revelación resplandece sin som-
bra en el pasado lejano, donde los anales humanos no arrojan rayos
de luz. Hay poesía que ha arrancado la admiración del mundo. En
resplandeciente belleza, en sublime y solemne majestad, en patética
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emoción, no tiene igual entre las más brillantes producciones del
genio humano. Hay en ella sana lógica y elocuencia apasionada. Se
presentan en ella las nobles acciones de hombres nobles, ejemplos
de virtud privada y honor público, lecciones de piedad y pureza.
Una fuerza moral
Al estudiar las Escrituras nos familiarizamos con Dios, somos
inducidos a comprender nuestra relación con Cristo, el que lleva los
pecados, la garantía de la especie caída. Nadie es dejado en tinieblas
en cuanto a lo que Dios aprueba o desaprueba.