Página 353 - Consejos para los Maestros (1971)

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El profesor de Biblia
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escuelas mayores se unen en la obra de enseñar las Escrituras, los
estudiantes tendrán así el beneficio de los talentos de varios hombres.
¿Por qué necesitamos un Mateo, un Marcos, un Lucas, un Juan,
un Pablo, y todos los escritores que han dado testimonio acerca de
la vida y ministerio del Salvador? ¿Por qué no podía uno de los
discípulos haber escrito un relato completo, y así habernos dado
una relación bien hilvanada de la vida terrenal de Cristo? ¿Por qué
presenta un escritor puntos que otro no menciona? ¿Por qué, si estos
puntos son esenciales, no los mencionaron todos estos autores? Se
debe a que las mentes humanas difieren. No todos comprenden
las cosas exactamente de la misma manera. Para algunos, ciertas
verdades bíblicas atraen mucho más la atención que otras.
El mismo principio se aplica a los oradores. Uno se espacia con-
siderablemente en puntos que otros pasarían por alto o los mencio-
narían brevemente. Toda la verdad queda presentada más claramente
por varios hombres que por uno solo. Los Evangelios difieren, pero
los relatos de todos se fusionan en un conjunto armonioso.
Así hoy el Señor no impresiona todas las mentes de la misma
manera. A menudo mediante experiencias insólitas, bajo circunstan-
cias especiales, da a algunos estudiantes de la Biblia visiones de la
verdad que otros no alcanzan. Es posible que el maestro más sabio
no alcance a enseñar todo lo que debiera enseñar.
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Sería de gran beneficio para nuestras escuelas que celebrasen
con frecuencia reuniones regulares en las cuales todos los maes-
tros se unieran en el estudio de la Palabra de Dios. Escudriñarían
las Escrituras como lo hacían los nobles bereanos. Subordinarían
todas las opiniones preconcebidas, y tomando la Biblia como su
libro de texto, comparando pasaje con pasaje, aprenderían lo que
deben enseñar a sus alumnos, y cómo prepararlos para un servicio
aceptable.
El éxito del maestro dependerá mayormente del espíritu que
ponga en su trabajo. La profesión de fe no hace cristianos a los
hombres; pero si los maestros quieren abrir su corazón al estudio de
la Palabra, podrán ayudar a sus alumnos a tener una comprensión
más clara. No se permita que penetre el espíritu de controversia, sino
que cada uno busque fervientemente la luz y el conocimiento que
necesita.