Página 354 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
La Palabra de Dios es verdadera filosofía, verdadera ciencia. Las
opiniones humanas y la predicación sensacional valen muy poco.
Los que están imbuidos de ella, la enseñarán de la misma manera
sencilla que Cristo la enseñó. El mayor Maestro del mundo usaba el
lenguaje más sencillo y los símbolos más claros.
El Señor invita a sus pastores a apacentar el rebaño con alimento
puro. Quiere que le presenten la verdad en su sencillez. Cuando se
haga fielmente esta obra, muchos se convencerán y convertirán por
el poder del Espíritu Santo. Se necesitan maestros de Biblia que se
acerquen a los inconversos, que busquen a las ovejas perdidas, que
hagan trabajo personal, que den instrucciones claras y definidas.
No expresen nunca sentimientos de duda. La enseñanza de Cristo
era siempre de naturaleza positiva. Con tono de seguridad, dad un
mensaje afirmativo. Ensalzad cada vez más al Hombre del Calvario;
hay poder en la exaltación de la cruz de Cristo.
Es privilegio del estudiante tener ideas claras y exactas acerca de
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las verdades de la Palabra, a fin de que esté preparado para presen-
tarlas a otras mentes. Debe estar arraigado y fundamentado en la fe.
Los estudiantes deben ser inducidos a pensar por sí mismos, a ver la
fuerza de la verdad por sí mismos, y pronunciar cada palabra con
corazón lleno de amor y ternura. Grabad en sus mentes las verdades
vitales de la Biblia. Dejadles repetirlas en su propio lenguaje, a fin
de estar seguros de que las comprenden claramente. Cuidemos de
que cada punto se grabe en la mente. Esto puede ser un proceso
lento, pero tiene diez veces más valor que el pasar rápidamente sobre
asuntos importantes sin darles la debida consideración. No basta
que el alumno crea la verdad por sí mismo. Debe ser inducido a
presentarla claramente en sus propias palabras, para que sea evidente
que ve la fuerza de la lección y hace su aplicación.
En todo vuestro magisterio, no olvidéis nunca que la mayor ense-
ñanza que se ha de impartir y aprender es la lección de colaboración
con Cristo en la obra de salvar almas. La educación que se ha de ob-
tener por escudriñar las Escrituras es un conocimiento experimental
del plan de la salvación. Una educación tal restaurará la imagen de
Dios en el alma. Fortalecerá la mente contra la tentación, y hará al
estudiante idóneo para llegar a ser obrero con Cristo en su misión de
misericordia para el mundo. Lo hará miembro de la familia celestial,
lo preparará para compartir la herencia de los santos en luz.