Página 355 - Consejos para los Maestros (1971)

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El profesor de Biblia
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El maestro de verdad puede impartir eficazmente aquello que él
mismo conoce por experiencia. Cristo enseñaba la verdad porque él
mismo era la verdad. Su propio pensamiento, su carácter, la expe-
riencia de su vida, se personificaban en su enseñanza. Así también
con sus siervos: los que enseñan la Palabra deben hacerla suya por
experiencia personal. Deben saber lo que es tener a Cristo para ellos
mismos como sabiduría y justicia y santificación y redención. Cada
ministro del Señor y cada maestro debe poder decir con el amado
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Juan: “La vida fue manifestada, y la hemos visto y testificamos, y
os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifestó”.
1 Juan 1:2
.
A menudo le parecerá al maestro que la Palabra de Dios tiene
poco efecto en la mente y el corazón de muchos estudiantes; pero
si su obra ha sido hecha en el Señor, algunas lecciones de la verdad
divina permanecerán en la memoria de los más negligentes. El
Espíritu Santo regará la semilla sembrada, y brotará después de
muchos días, y llevará fruto para la gloria de Dios.
La sencillez en la enseñanza
Los maestros pueden aprender una lección de la experiencia
del agricultor que puso el pasto para sus ovejas en un pesebre tan
alto que los corderos del rebaño no lo podían alcanzar. Algunos
maestros presentan la verdad a sus alumnos de una manera similar.
Colocan tan alto el pesebre que aquellos a quienes enseñan no
pueden alcanzar el pasto. Se olvidan que los alumnos gozan tan sólo
de una pequeña parte de la oportunidad que ellos tienen para obtener
conocimiento de Dios. Están situados demasiado alto en la escalera
para extender hacia abajo una mano auxiliadora, cálida de ternura y
amor, e interés profundo y ferviente. Bajen de la escalera, y por sus
modales digan a los estudiantes:
“Ya no quedaré tan encima de vosotros. Ascendamos juntos, y
veremos lo que puede adquirirse por un estudio unido de las Escri-
turas. Cristo es el único que imparte todo conocimiento. Obremos
juntos en un esfuerzo ferviente para aprender de Dios a comprender
las verdades de su Palabra, y colocarlas delante de los demás er su
belleza y sencillez.