Página 364 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
de los sucesos. Con visión iluminada por el espíritu divino, estudiaba
el carácter de los hombres, a fin de aprender a alcanzar los corazones
con el mensaje del cielo.
Acerca de Cristo, Simeón dijo: “Ahora, Señor, despides a tu
siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu
salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel”. Y el
relato declara: “Jesús crecía en sabiduría y en estatura y en gracia
para con Dios y los hombres”.
Lucas 2:29-32, 52
.
Jesús y Juan fueron representados como ignorantes por los edu-
cadores de aquel tiempo, porque no habían aprendido en las escuelas
de los rabinos; pero el Dios del cielo era su maestro, y todos los
que les oían se quedaban asombrados por su conocimiento de las
Escrituras.
La primera gran lección de toda educación consiste en conocer
y comprender la voluntad de Dios. Debemos hacer en cada día
de la vida el esfuerzo para obtener este conocimiento. Aprender
la ciencia por la sola interpretación humana es obtener una falsa
educación; pero el aprender de Dios y de Cristo es conocer la ciencia
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del cielo. La confusión que se nota en la educación proviene de que
la sabiduría y el conocimiento de Dios no han sido ensalzados.
Los estudiantes de nuestras escuelas deben considerar el conoci-
miento de Dios como algo que está por encima de todo lo demás.
“La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que
se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito:
Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de
los entendidos”. “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los
hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. “Mas
por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que,
como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”.
1 Corintios
1:18, 19, 25, 30, 31
.
* * * * *
Los que profesan creer la Palabra debieran orar diariamente
porque la luz del Espíritu Santo resplandezca sobre las páginas
del Libro sagrado, a fin de que estén capacitados para comprender