Capítulo 64—La palabra y las obras de Dios
Dios invita a los maestros a contemplar los cielos y estudiar sus
obras en la naturaleza. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a
otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje,
ni palabras, ni es oída su voz”.
Salmos 19:1-3
. ¿No nos esforzaremos
por comprender las obras maravillosas de Dios? Haremos bien en
leer a menudo el Salmo 19 a fin de comprender cómo vincula Dios
su ley con sus obras creadas.
¿Podremos encontrar para nuestras escuelas algún libro de texto
que esté tan lleno de declaraciones profundas y fervientes como la
Palabra del Dios vivo? Entonces, ¿por qué se habría de dejarla a un
lado por los escritos de autores incrédulos? ¿Qué libro más valioso
podría ponerse en las manos de los estudiantes que aquél, que les
enseña cómo pueden heredar la vida eterna? En nuestras escuelas
deben recordarse las lecciones de la historia bíblica a los jóvenes
para que los que no aman a Dios y no tienen interés en las cosas
espirituales, puedan interesarse y aprender a amar la Palabra.
Cristo es el centro de toda verdadera doctrina. Toda religión
verdadera se halla en su Palabra y en la naturaleza. El es Aquel en
quien se concentran nuestras esperanzas de vida eterna; y el maestro
que aprende de él halla ancla segura.
La Biblia nos presenta todo lo que la mente puede asir. Ella es
nuestro alimento espiritual. Hemos de contemplar las obras maravi-
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llosas de Dios, y repetir a nuestros hijos las lecciones aprendidas, a
fin de que podamos inducirlos a ver su habilidad, poder y grandeza
en sus obras creadas.
¡Qué Dios es el nuestro! El gobierna sobre su reino con diligen-
cia y cuidado; y en derredor de sus súbditos ha erigido una valla:
los Diez Mandamientos, para preservarlos de los resultados de la
transgresión. Al requerir que se obedezcan las leyes de su reino,
Dios da a su pueblo salud y felicidad, paz y gozo. Les enseña que la
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