Página 373 - Consejos para los Maestros (1971)

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La palabra y las obras de Dios
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estudiamos, los ángeles del cielo estarán a nuestro lado para iluminar
nuestra mente, y protegerla contra los engaños de Satanás. Mientras
miramos las cosas admirables que la mano de Dios ha hecho, sienta
nuestro corazón orgulloso e insensato su dependencia e inferioridad.
¡Cuán terrible es no reconocer a Dios cuando debiera hacerse! ¡Cuán
triste es humillarse cuando es demasiado tarde!
El Salmista declara: “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi
rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová”.
Salmos 27:8
. Todo este salmo
debe hallar lugar en las clases de lectura y deletreo de la escuela.
Los (
Salmos 28, 29 y 78
) hablan de las ricas bendiciones concedidas
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por Dios a su pueblo, y de cuán poco le devuelven ellos por todos
sus beneficios. El Salmo 81 explica por qué fue dispersado Israel,
por olvidarse de Dios, como las iglesias de nuestra tierra están
olvidándole hoy. Considérense también los.
Salmos 89, 90, 91, 92 y
93
.
Estas cosas fueros escritas para nuestra admonición, en quienes
los fines de los siglos han parado; ¿y no debieran ser estudiadas en
nuestras escuelas? La Palabra de Dios contiene lecciones instructi-
vas, dadas en reprensión, amonestación, estímulo y ricas promesas.
¿No sería un alimento tal el que conviene para los jóvenes?
Una representación impresionante
En una visión nocturna que me fue dada hace algunos años,
me hallaba en una asamblea donde se discutían los problemas de
nuestras escuelas, y se hizo la pregunta: “¿Por qué no se han selec-
cionado y compilado temas para libros de lectura y otros libros de
texto? ¿Por qué no se ha ensalzado la Palabra de Dios por encima
de toda producción humana? ¿Habéis pensado que un mejor conoci-
miento de lo que el Señor ha dicho tendría un efecto deletéreo sobre
maestros y estudiantes?”
Hubo un silencio en la asamblea, y quedaron convencidos alum-
nos y maestros. Los hombres que se habían considerado sabios y
fuertes, vieron que eran débiles y que carecían del conocimiento de
aquel Libro que concierne al destino eterno del alma humana.
El que hablaba tomó entonces de las manos de los maestros
ciertos libros que habían sido objeto de estudio, algunos de los cuales
habían sido escritos por autores incrédulos y contenían sentimientos