Página 375 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 65—Estudiad la Biblia por vosotros
mismos
No hay nada que esté mejor calculado para vivificar la mente y
fortalecer el intelecto que el estudio de la Palabra de Dios. Ningún
otro libro es tan potente para elevar los pensamientos, y dar vigor
a las facultades, como las amplias y ennoblecedoras verdades de la
Biblia. Si la Palabra de Dios fuera estudiada como debiera serlo,
los hombres tendrían una amplitud de opiniones, una nobleza de
carácter y una estabilidad de propósito que rara vez se ve en estos
tiempos. La búsqueda de la verdad recompensará a cada paso al que
ande tras ella; cada descubrimiento abrirá campos más ricos para su
investigación.
Miles de hombres que ministran en el púlpito carecen de las
cualidades esenciales de la mente y del carácter porque no se aplican
al estudio de las Escrituras. Se conforman con un conocimiento
superficial de las verdades que están llenas de ricas profundidades
de significado; y prefieren seguir así, perdiendo mucho en todo
sentido, más bien que buscar diligentemente el tesoro oculto.
Los hombres se transforman de acuerdo con lo que contemplan.
Si pensamientos y asuntos comunes ocupan la atención, el hombre
será común. Si es demasiado negligente para obtener algo más
que una comprensión superficial de la verdad, no recibirá las ricas
bendiciones que a Dios le agradaría concederle. Es una ley de la
mente que ella se estreche o expanda según las dimensiones de
las cosas con las cuales se familiariza. Las facultades mentales
se contraerán seguramente, y perderán su capacidad de asir los
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significados profundos de la Palabra de Dios, a menos que se las
dedique vigorosa y persistentemente a la tarea de buscar la verdad.
La mente se amplía si se la emplea en la búsqueda de las relaciones
que tienen los temas de la Biblia unos con otros, comparando pasaje
con pasaje y las cosas espirituales con las espirituales. Los más ricos
tesoros del pensamiento aguardan al estudiante diligente.
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