Página 396 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
cielo. Rechácese severamente todo cohecho ofrecido para disimular.
Aferraos a vuestra integridad en la fuerza de la gracia de Cristo, y él
cumplirá la palabra que os ha dado.
El estudiante de medicina, por joven que sea, tiene acceso al
Dios de Daniel. Por la gracia y el poder divinos puede llegar a ser
tan eficiente en su vocación como Daniel lo fue en su exaltada
posición. Pero es un error considerar la preparación científica como
la cosa de suma importancia, mientras se descuidan los principios
religiosos que son el fundamento del éxito en el ejercicio de la
profesión. Muchos que desprecian el pensamiento de que necesitan
confiar en Cristo para obtener sabiduría en su trabajo son alabados
como hombres hábiles en su profesión. Pero si estos hombres que
confían en su conocimiento de la ciencia, fuesen iluminados por la
luz del cielo, ¡a cuánto mayor excelencia podrían llegar! ¡Cuánto
más fuertes serían sus facultades y con cuánto mayor confianza
podrían tratar los casos difíciles! El hombre que está íntimamente
relacionado con el gran Médico tiene a su disposición los recursos
del cielo y de la tierra, y puede trabajar con una sabiduría, con una
precisión infalible, que el impío no puede poseer.
Como Enoc, el médico debe ser hombre que ande con Dios.
Esto será para él una salvaguardia contra todos los sentimientos
engañosos y perniciosos que hacen a muchos infieles y escépticos.
La verdad de Dios, practicada en la vida y seguida constantemente
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como guía en todo lo que concierne a los intereses de los demás,
hará de los principios celestiales una barricada para el alma. Dios
no se olvidará de nuestras luchas por mantener la verdad. Cuando
pongamos toda palabra que procede de la boca de Dios por encima
de la política mundana, por encima de todos los asertos del hombre
falible y errante, seremos guiados en todo camino bueno y santo.
El médico cristiano, en su aceptación de la verdad por los votos
bautismales, se ha comprometido a representar a Cristo, el Médico
jefe. Pero si él no se mantiene en guardia estricta y permite que se
quebranten las barreras contra el pecado, Satanás lo vencerá con
tentaciones especiosas. Habrá una mancha en su carácter, que por
su mala influencia amoldará otras mentes. La parálisis moral del
pecado no sólo destruirá el alma del que se aparte de los principios
estrictos, sino que tendrá poder para reproducir en otros el mismo
mal.