Página 399 - Consejos para los Maestros (1971)

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El crecimiento espiritual
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que os asedian. Os volveréis cada vez más semejantes a Cristo. Los
ángeles del cielo se regocijarán al veros permanecer de parte del
Señor, de la justicia y la verdadera santidad...
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Llegad a ser todo lo que el Señor desea que seáis: médicos
misioneros evangélicos. Debéis ser no solamente médicos cada vez
más hábiles, sino misioneros designados por Dios, dando en toda
vuestra obra el primer lugar a su servicio. Nada mancille vuestra
paz. Dedicad los mejores y más altos afectos del corazón a Aquel
que dio su vida para que estéis en la familia redimida en los atrios
celestiales. Contended por la corona de vida que no os hace infelices
y menos útiles. El gran Maestro desea reconoceros como su mano
auxiliadora. El exige vuestra cooperación. ¿No le daréis todo lo que
tenéis y sois? ¿No consagraréis vuestros talentos y oportunidades
incondicionalmente a su servicio?
Esta vida es vuestro tiempo de siembra. ¿No os comprometeréis
para con Dios, para que vuestra siembra sea tal, que produzca, no
cizaña, sino una cosecha de trigo? Dios obrará por vosotros; él
aumentará vuestra utilidad. Os ha confiado talentos para que en su
fuerza los uséis y produzcáis una preciosa cosecha.
Dios envía ángeles a los que con firme perseverancia se esfuerzan
por revelar los atributos de Cristo, para darles una visión ampliada
de su carácter y obra, de su poder, gracia y amor. Así llegan a ser
participantes de su naturaleza, y día tras día crecen hasta la plena
estatura de hombres y mujeres en Cristo. Se ve la santificación del
Espíritu en sus pensamientos, palabras y obras. Su ministerio es vida
y salvación para todos aquellos con quienes se asocian. De los tales
se declara: “Y vosotros estáis completos en él”.
Colosenses 2:10
,
VM.
El ejemplo del médico, no menos que su enseñanza, debe ser una
fuerza positiva para el bien. La causa de la reforma necesita hombres
y mujeres cuya conducta sea dechado de dominio propio. La valía
de los principios que inculcamos depende de que los practiquemos.
El mundo necesita ver una demostración práctica de lo que puede la
gracia de Dios en cuanto a devolver a los seres humanos su perdida
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dignidad y darles el dominio de sí mismos. No hay nada que el
mundo necesite tanto como el conocimiento del poder salvador del
Evangelio revelado en vidas cristianas.
El Ministerio de Curación,
94
.
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