Página 409 - Consejos para los Maestros (1971)

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La obtención de la eficiencia
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Nuestras escuelas han de ser escuelas preparatorias. Si salen de
ellas hombres y mujeres aptos en cualquier sentido para el campo
misionero, deben ser inducidos a comprender la grandeza de la obra;
se ha de introducir en su experiencia diaria la piedad práctica, para
que sean aptos para cualquier puesto de utilidad en la causa de Dios.
La escuela ha de continuar el trabajo del hogar
Los que asisten a nuestros colegios deben recibir una preparación
diferente de la que se da en las escuelas comunes de hoy. General-
mente, a nuestros jóvenes que tienen padres sabios y temerosos de
Dios, se les han enseñado los principios del cristianismo. La Palabra
de Dios ha sido respetada en sus hogares, y sus enseñanzas han sido
hechas la ley de la vida. Han sido criados en la amonestación del
Evangelio. Cuando entran en la escuela, ha de continuar esta misma
educación y preparación. Las máximas, las costumbres y prácticas
del mundo no son la enseñanza que necesitan. Déjeseles ver que los
maestros de la escuela cuidan de sus almas, que tienen un interés
definido en su bienestar espiritual. La religión es el gran principio
que se debe inculcar; porque el temor de Dios es el principio de la
sabiduría.
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Placer en la religión
Dondequiera que se establezca una escuela, debe haber corazo-
nes ardientes que se interesen vivamente en los jóvenes. Se nece-
sitan padres y madres que den calurosa simpatía y amonestaciones
bondadosas. Debe introducirse en los principios religiosos todo lo
placentero que sea posible. Los que prolongan estos ejercicios hasta
el cansancio, dejan malas impresiones en las mentes de los jóve-
nes, induciéndolos a asociar la religión con lo que es árido, poco
sociable y sin interés... Es esencial en el maestro una piedad ardiente
y activa. A menos que se ejerza un cuidado constante, y a menos
que sean vivificados por el Espíritu de Dios, los cultos matutinos y
vespertinos de la capilla y las reuniones del sábado llegarán a ser
áridos y formales, y para los jóvenes serán los ejercicios escolares
más cansadores y menos atrayentes. Las reuniones de testimonios