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Consejos para los Maestros
deben ser dirigidas de tal manera que sean ocasiones, no sólo de
provecho, sino de positivo placer.
Estudien por su cuenta en la escuela de Cristo los que enseñan
a los jóvenes y aprendan lecciones que han de comunicar a sus
alumnos. Se necesita una devoción sincera, ferviente y sentida en
el corazón. Debe evitarse toda estrechez. Deslíguese el maestro lo
suficiente de su dignidad como para hacerse uno con los niños en
sus ejercicios y diversiones, sin dejar la impresión de que los está
vigilando. Su misma presencia amoldará sus acciones, y hará que su
corazón palpite con nuevo afecto.
Los jóvenes necesitan simpatía, afecto y amor, o se desalentarán.
Un espíritu de “no me importa de nadie y nadie se interesa en
mí” se posesiona de ellos. Puede ser que profesen ser discípulos
de Cristo, pero los sigue un demonio tentador y están en peligro
de desalentarse, y entibiarse y apartarse de Dios. Entonces sienten
algunos que es su deber censurarlos y tratarlos con frialdad, como
si fuesen mucho peores de lo que en realidad son. Pocos—tal vez
ninguno—sienten que es su deber esforzarse personalmente para
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reformarlos, y para eliminar las impresiones desdichadas que se les
han causado.
Las obligaciones del maestro son pesadas y sagradas, pero nin-
guna parte de su obra es más importante que la de mirar por los
jóvenes con solicitud tierna y amante. Si el maestro gana una vez
la confianza de sus alumnos, puede conducirlos con facilidad, con-
trolarlos y adiestrarlos. Los santos motivos sobre los cuales se basa
la vida cristiana deben ser introducidos en la vida. La salvación de
sus alumnos es el más alto interés confiado al maestro que teme a
Dios. Es colaborador de Cristo, su esfuerzo especial y resuelto debe
consistir en ganarlos para su causa. Es lo que Dios requiere de él.
Todo maestro debe llevar una vida de piedad, pureza y esfuerzo
esmerado. Si en su corazón arde el amor de Dios, se verá en su vida
aquel afecto puro que es esencial; ofrecerá oraciones fervientes y
dará amonestaciones fieles. Cuando descuida estas cosas, están en
peligro las almas confiadas a su custodia...
Sin embargo, después que se han hecho todos estos esfuerzos,
puede ser que los maestros se encuentren con que algunos desa-
rrollan un carácter falto de principios. Serán relajados en su moral,
en muchos casos como resultado de ejemplos viciosos y falta de