La obtención de la eficiencia
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disciplina paternal. Aunque los maestros hagan todo lo que puedan,
no lograrán conducir a estos jóvenes a una vida de pureza y santi-
dad. Después de una disciplina paciente, afectuosa labor y oración
ferviente, se verán chasqueados por aquellos de quienes esperaban
mucho. Además, tendrán que afrontar los reproches de los padres
porque no pudieron contrarrestar la influencia de los malos ejemplos
y de la preparación imprudente recibida en el hogar. Pero a pesar de
estos desalientos, el maestro debe seguir esforzándose, confiando en
que Dios obrará con él, permaneciendo en su puesto virilmente y
trabajando con fe. Otros serán salvos para Dios y su influencia se
ejercerá para la salvación de otros aún...
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Fijación de una norma elevada
Lo que vale la pena hacerse, ha de ser bien hecho. Aunque la
religión tiene que ser el elemento prevaleciente en toda escuela,
no llevará a rebajar los progresos literarios. Hará sentir a todos los
verdaderos cristianos la necesidad de un conocimiento cabal, a fin de
que puedan hacer el mejor uso de las facultades a ellos concedidas.
Mientras crezcan en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo, procurarán constantemente emplear hasta lo sumo sus
facultades mentales, a fin de llegar a ser cristianos inteligentes.
El Señor queda deshonrado por las ideas o designios bajos que
alberguemos. El que no percibe las exigencias de la Ley de Dios, y es
negligente en cuanto a observar cada uno de sus requerimientos, vio-
la toda la ley. El que se conforma con alcanzar tan sólo parcialmente
la norma de justicia, y no triunfa sobre todo enemigo espiritual, no
cumplirá el propósito de Cristo. Rebaja todo el plano de su vida
religiosa y debilita su carácter. Bajo la fuerza de la tentación, sus
defectos de carácter tienen la supremacía y triunfa el mal.
Para cumplir la más alta norma posible, necesitamos ser perseve-
rantes y resueltos. En muchos casos hay que vencer hábitos de vida
e ideas aferradas, antes que podamos progresar en la vida religiosa...
La obra esencial consiste en conformar a la gran norma de justicia
los gustos, los apetitos, las pasiones, los motivos y los deseos. La
obra debe empezar en el corazón. A menos que todo el corazón esté
completamente amoldado a la voluntad de Cristo, alguna pasión
dominante, algún hábito o defecto, llegará a tener poder destructor.