Página 422 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
Centenares de jóvenes debieran estar preparándose para desem-
peñar una parte en la obra de diseminar las semillas de la verdad
junto a todas las aguas. Queremos hombres que contribuyan a los
triunfos de la cruz; hombres que perseveren bajo los desalientos y las
privaciones; que tengan el celo, la resolución y la fe indispensables
en el campo misionero...
Los idiomas extranjeros
Hay entre nosotros quienes, sin el trabajo y la demora de aprender
un idioma extranjero, podrían prepararse para proclamar la verdad
en otras naciones. En la iglesia primitiva, los misioneros eran dota-
dos milagrosamente de un conocimiento de las lenguas en las cuales
debían predicar las inescrutables riquezas de Cristo. Y si entonces
Dios estaba dispuesto a ayudar así a sus siervos, ¿podemos dudar de
que su bendición descansará sobre nuestros esfuerzos para preparar
a los que poseen naturalmente idiomas extranjeros, y que, con el
debido estímulo, llevarían a sus compatriotas el conocimiento de la
verdad? Podríamos haber tenido más obreros en los campos misio-
neros del extranjero, si los que entraron en tales campos se hubiesen
valido de todo talento que estaba a su alcance...
Puede ser que en algunos casos sea necesario que los jóvenes
aprendan idiomas extranjeros. Esto pueden hacerlo con más éxito, si
se asocian con la gente al mismo tiempo que dedican parte de cada
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día a estudiar el idioma. Esto debe hacerse, si embargo, solamente
como un paso preparatorio necesario para educar a los que están
ya en el campo misionero y que, con la debida preparación, pueden
llegar a ser obreros. Es esencial que se insista para que entren en
el servicio aquellos que pueden hablar en su lengua materna a los
habitantes de diferentes naciones. Es una gran empresa para un
hombre de edad madura aprender un idioma extranjero; y a pesar de
todos sus esfuerzos le resultará casi imposible hablarlo tan fácil y
correctamente que resulte en un obrero eficiente.
Se necesita a los jóvenes para los lugares difíciles
No podemos restar a nuestros campos principales la influencia
de los ministros de edad madura y ancianos, y enviarlos a campos