Página 446 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
fluencia tal exigirá respeto, y harán de estas reuniones una bendición
más bien que una maldición.
Si hombres y mujeres de edad madura se uniesen con los jóvenes
para organizar y dirigir una sociedad literaria tal, podría ser a la vez
útil e interesante. Pero cuando estas reuniones degeneran en una
ocasión de diversión y risas ruidosas, no son literarias ni elevadoras.
Son degradantes para la mente y la moral.
La lectura de la Biblia, el examen crítico de los temas bíbli-
cos, los ensayos escritos sobre temas que perfeccionarían el espíritu
e impartirían conocimiento, el estudio de las profecías o las pre-
ciosas lecciones de Cristo, estas cosas tendrán una influencia que
fortalecerá las facultades mentales y acrecerá la espiritualidad. Un
conocimiento familiar de las Escrituras aguza la facultad del discer-
nimiento, y fortalece el alma contra los ataques de Satanás.
Pocos comprenden que es un deber ejercer dominio sobre los
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pensamientos y la imaginación. Es difícil mantener fija en temas
provechosos la mente indisciplinada. Pero si no se emplean debida-
mente los pensamientos, la religión no puede florecer en el alma. La
mente debe preocuparse con cosas sagradas y eternas, o albergará
pensamientos triviales y superficiales. Tanto las facultades intelec-
tuales como las morales, deben ser disciplinadas, y por el ejercicio
se fortalecerán y mejorarán.
A fin de comprender correctamente este asunto, debemos re-
cordar que nuestros corazones son por naturaleza depravados, que
no podemos por nosotros mismos seguir una conducta correcta. Es
únicamente por la gracia de Dios, combinada con el más ferviente
esfuerzo de nuestra parte, cómo podemos obtener la victoria.
Tanto el intelecto como el corazón deben ser consagrados al
servicio de Dios. El tiene derecho sobre todo lo que hay en nosotros.
El seguidor de Cristo no puede participar en complacencia o en em-
presa alguna por inocente y loable que parezca, que una conciencia
iluminada le señale como capaz de disminuir su ardor o reducir su
espiritualidad. Cada cristiano debe trabajar para hacer retroceder la
marea del mal, y salvar a nuestros jóvenes de las influencias que
quisieran arrastrarlos a la ruina. Dios nos ayude a avanzar contra la
corriente.
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