El objeto primordial de la educación
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y de la maldición, sino la perfecta semejanza de nuestro Creador, y
a través de los siglos sin fin progresar en sabiduría, conocimiento
y santidad, explorando siempre nuevos campos del pensamiento,
hallando siempre nuevos prodigios y nuevas glorias, creciendo siem-
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pre en capacidad de conocer, disfrutar y amar, sabiendo que quedan
todavía delante de nosotros gozo, amor y sabiduría infinitos, tal es
el fin hacia el cual se dirige la esperanza del cristiano, el fin para
el cual nos prepara la educación cristiana. Obtener esta educación
y ayudar a otros a obtenerla, debiera ser el propósito de la vida del
cristiano.
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No perdamos nunca de vista el hecho de que Jesús es el manantial
del gozo. El no se deleita en la miseria de los seres humanos, sino
en verlos felices.
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