Página 54 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 7—El modelo celestial
Nos estamos acercando rápidamente a la crisis final de la historia
de este mundo, y es importante que comprendamos que las ventajas
educativas ofrecidas por nuestras escuelas son diferentes de las
ofrecidas por las escuelas del mundo. Tampoco hemos de seguir la
rutina de las escuelas mundanas. La instrucción impartida en las
escuelas adventistas del séptimo día ha de ser tal que induzca a
practicar la verdadera humildad. En las palabras, la vestimenta, el
régimen alimenticio y la influencia ejercida, se han de ver la sencillez
y la verdadera piedad.
Nuestros maestros necesitan comprender la obra que ha de hacer-
se en estos últimos días. La educación que se dé en nuestras escuelas,
nuestras iglesias, nuestros sanatorios, debe presentar claramente la
gran obra que es necesario realizar. Debe presentarse claramente
a los estudiantes de todos los grados la necesidad de desarraigar
de la vida toda práctica mundana opuesta a las enseñanzas de la
Palabra de Dios, y poner en su lugar hechos que lleven la marca de
la naturaleza divina. Nuestra obra educativa debe llevar siempre el
sello de lo celestial y revelar así cuánto supera la instrucción divina
al saber del mundo.
Algunos pueden considerar imposible esta obra de transforma-
ción completa. Pero si lo fuera, ¿por qué haríamos el gasto que
representa el intentar realizar la obra de la educación cristiana?
Nuestro conocimiento de lo que significa la verdadera educación
debe inducirnos a buscar siempre la estricta pureza de carácter. En
todo nuestro trato mutuo debemos tener presente que nos estamos
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preparando para ser transferidos a otro mundo; deben aprenderse
y practicarse los principios del cielo; debe grabarse en la mente de
todo estudiante la superioridad de la vida futura con respecto a esta
vida. Los maestros que no introducen esto en su obra educativa, no
tienen parte en la gran obra de desarrollar un carácter que pueda ser
aprobado por Dios.
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