Página 61 - Consejos para los Maestros (1971)

Basic HTML Version

Capítulo 9—Los maestros y la enseñanza
La verdadera educación significa más que seguir cierto curso de
estudios. Es amplia. Incluye el desarrollo armonioso de todas las
facultades físicas y mentales. Enseña a amar y temer a Dios, y es
una preparación para el fiel cumplimiento de los deberes de la vida.
Hay una educación que es esencialmente mundanal. Su fin es
dar éxito en el mundo, satisfacer la ambición egoísta. Para conseguir
esta educación muchos estudiantes dedican tiempo y dinero y llenan
su mente de conocimientos innecesarios. El mundo los tiene por
sabios; pero no tienen a Dios en sus pensamientos. Comen del árbol
del conocimiento mundanal, que nutre y fortalece el orgullo. En su
corazón se vuelven desobedientes, y se apartan de Dios; y colocan
de parte del enemigo los dones a ellos confiados. Mucha de la edu-
cación actual es de ese carácter. El mundo puede considerarla como
altamente deseable; pero acrecienta el peligro para el estudiante.
Hay otra clase de educación que es muy diferente. Su principio
fundamental, según lo declaró el mayor Maestro que el mundo haya
conocido, es: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”.
Mateo 6:33
. Su fin no es egoísta; su propósito es honrar a Dios,
y servirle en el mundo. Tanto los estudios como la preparación
industrial que se procura tienen este objeto en vista. Se estudia
la Palabra de Dios; se mantiene una conexión vital con él y se
ejercitan los mejores sentimientos y rasgos de carácter. Esta clase de
[64]
educación produce resultados tan duraderos como la eternidad. “El
temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (
Proverbios 9:10
), y
mejor que todo conocimiento es la comprensión de su Palabra.
¿Cuál será el carácter de la educación en nuestras escuelas? ¿Es-
tará de acuerdo con la sabiduría de este mundo, o con la sabiduría
de lo alto?... Los maestros deben hacer por sus alumnos algo más
que impartir conocimiento de los libros. Su posición como guías
e instructores de los jóvenes es de la mayor responsabilidad, por-
que les ha sido confiada la obra de amoldar la mente y el carácter.
Los que emprenden esta obra deben poseer un carácter bien equili-
57