Página 65 - Consejos para los Maestros (1971)

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Los maestros y la enseñanza
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Cuando ellos vean en la iglesia quienes prometen llegar a ser obreros
útiles, pero que no pueden sostenerse en la escuela, deben asumir
la responsabilidad de mandarlos a una de nuestras escuelas. Hay
en las iglesias excelente capacidad que necesita dedicarse a servir.
Hay personas que prestarían buen servicio en la viña del Señor, pero
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muchas son demasiado pobres para obtener, sin ayuda, la educación
que necesitan. Las iglesias deben considerar un privilegio tener una
parte en sufragar los gastos de las tales.
Los que tienen la verdad en su corazón, son siempre generosos,
y ayudan donde es necesario. Van a la cabeza y otros imitan su
ejemplo. Si hay quienes debieran gozar de los beneficios de la
escuela, pero no pueden pagar toda su enseñanza, manifiesten las
iglesias su liberalidad ayudándoles.
Además de esto, en cada asociación debe crearse un fondo pa-
ra prestar dinero a los estudiantes pobres, pero dignos, que deseen
dedicarse a la obra misionera. Hasta en algunos casos, los tales es-
tudiantes deben recibir donaciones. Cuando se abrió por primera
vez el colegio de Battle Creek, se creó en la oficina de la
Review
and Herald
un fondo para beneficio de los que deseaban obtener
una educación, pero que no tenían recursos. Fue usado por varios
estudiantes hasta que pudieron iniciarse bien; luego, de lo que gana-
ban, reponían lo que habían sacado, a fin de que otros pudieran ser
beneficiados por el fondo.
Debiera hacerse ahora alguna provisión para mantener un fon-
do de donde prestar a estudiantes pobres, pero dignos, que desean
prepararse para la obra misionera. Debiera explicarse claramente
a los jóvenes que, hasta donde les sea posible, deben trabajar para
sufragar sus gastos y así sostenerse en parte. Lo que cuesta poco se
aprecia poco, pero lo que cuesta un precio aproximado a su valor
real, será estimado proporcionalmente.
* * * * *
Las ventajas de un maestro pueden haber sido limitadas, puede
ser que no posea cualidades literarias tan altas como él desearía; pero
si tiene una verdadera percepción de la naturaleza humana, y sabe
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apreciar la magnitud de su obra y la ama de veras; si está dispuesto
a trabajar ferviente, humilde y perseverantemente, comprenderá las