Página 68 - Consejos para los Maestros (1971)

Basic HTML Version

Capítulo 10—La educación correcta
[72]
[73]
Tratar con las mentes juveniles es la obra más hermosa empren-
dida alguna vez por hombres y mujeres. En la educación de los
jóvenes debe ejercerse el mayor cuidado y variar la instrucción, a
fin de poner a contribución las altas y nobles facultades de la mente.
Si los padres y los maestros no aprenden primero las lecciones de
dominio propio, paciencia, tolerancia, mansedumbre y amor, están
ciertamente descalificados para educar debidamente a los niños.
¡Cuán importante posición es la de los padres, tutores y maestros!
Son pocos los que comprenden las necesidades esenciales de la
mente, y cómo se ha de dirigir el intelecto que se desarrolla, los
crecientes pensamientos y sentimientos de la juventud...
La individualidad de los niños
La educación de los niños, en el hogar y en la escuela, no debe
ser como el adiestramiento de los animales; porque los niños tienen
una voluntad inteligente, que debe ser dirigida a fin de que controle
todas sus facultades. Los animales necesitan ser adiestrados, porque
no tienen razón ni intelecto. Pero a la mente humana se le debe
enseñar el dominio propio. Se la debe educar para que rija el ser
humano. Los animales, en cambio, son controlados por un amo, y
se los adiestra para que se sometan a él. El amo es mente, juicio y
voluntad para su bestia.
Se puede enseñar a un niño de manera que, como la bestia,
no tenga voluntad propia. Aun su individualidad se fusionará en
aquella que vigila su educación; su voluntad, para todos los intentos
[74]
y propósitos, queda sujeta a la del maestro. Los niños así educados
serán siempre deficientes en energía moral y en responsabilidad
individual. No se les ha enseñado a obrar por razón y principio; su
voluntad ha sido controlada por otra, y la mente no ha sido llamada
a manifestarse, a fin de expandirse y fortalecerse por el ejercicio. No
han sido dirigidos y disciplinados con respecto a sus constituciones
64