Página 94 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 13—La primera escuela del niño
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En su sabiduría el Señor ha decretado que la familia sea el
mayor agente educativo. En el hogar es donde ha de empezar la
educación del niño. Allí está su primera escuela. Allí, con sus padres
como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo
a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia,
dominio propio. Las influencias educativas del hogar son un poder
decidido para el bien o para el mal. Son, en muchos respectos,
silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera,
llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se
instruye correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por
instrumentos elegidos por él. ¡Cuán importante es, pues, la escuela
del hogar!
En esta escuela—el primer grado—debe utilizarse el mejor ta-
lento. Sobre los padres recae la obligación de dar instrucción física,
mental y espiritual. Debe ser el objeto de todo padre, asegurar para
su hijo un carácter bien equilibrado, simétrico. Esa es una obra de
no pequeña magnitud e importancia, una obra que requiere ferviente
meditación y oración no menos que esfuerzo paciente y perseverante.
Hay que echar un fundamento correcto, levantar una armazón fuerte
y firme, y luego, día tras día, adelantar la obra de edificar, pulir y
perfeccionar.
Los niños pueden ser educados para el servicio del pecado o
para el servicio de la justicia. Salomón dice: “Instruye al niño en su
camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
Proverbios
22:6
. Este es un lenguaje positivo. La educación que Salomón or-
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dena, ha de dirigir, educar y desarrollar. Pero para hacer esta obra,
los padres mismos deben comprender el “camino” por el cual debe
andar el niño. Es imposible para ellos dar a sus hijos la debida pre-
paración a menos que se entreguen primero a Dios y aprendan del
gran Maestro lecciones de obediencia a su voluntad.
Es mucho más fácil dar la preparación física, el desarrollo del
cuerpo, que impartir la preparación espiritual. El cuarto de los niños,
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