Página 95 - Consejos para los Maestros (1971)

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La primera escuela del niño
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el terreno de juegos, el taller, la siembra de la semilla y la recolec-
ción de la mies, todas estas cosas proporcionan educación física. En
circunstancias ordinariamente favorables, el niño adquiere natural-
mente vigor saludable y el debido desarrollo de su organismo. Sin
embargo, aun en las cosas físicas, debe educárselo cuidadosamente.
La cultura del alma, que da pureza y elevación a los pensamien-
tos y fragancia a las palabras y los actos, requiere el esfuerzo más
esmerado. Requiere paciencia para mantener todo mal motivo apar-
tado del jardín del corazón. En ningún caso debe descuidarse la
preparación espiritual; porque “el principio de la sabiduría es el
temor de Jehová”.
Salmos 111:10
. Algunos colocan la educación
después de la religión, pero la verdadera educación es religión. La
Biblia debería ser el primer libro de texto del niño. De este libro,
los padres han de dar sabias instrucciones. La Palabra de Dios ha de
constituir la regla de la vida. De ella los niños han de aprender que
Dios es su Padre; y de las hermosas lecciones de su Palabra han de
adquirir un conocimiento de su carácter. Por la inculcación de sus
principios, deben aprender a hacer justicia y juicio.
Por alguna razón, a muchos padres les desagrada el dar instruc-
ción religiosa a sus hijos; y los dejan obtener de la escuela sabática
el conocimiento que es su privilegio y deber impartir. Estos padres
no cumplen con la responsabilidad que se les ha impuesto: el dar a
sus hijos una educación completa. Dios ordena a su pueblo que críe
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a sus hijos en la educación y admonición del Señor. ¿Qué significa
esto: la educación y la admonición del Señor? Significa enseñarles
a ordenar su vida por los requerimientos y lecciones de la Palabra;
ayudarles a obtener una clara comprensión de las condiciones de
entrada en la ciudad de Dios. Las puertas de aquella ciudad no serán
abiertas a todos los que quieran entrar en ella, sino tan sólo a los que
han estudiado para conocer la voluntad de Dios, y han entregado su
vida al dominio del Creador.
Padres, sean sencillas las instrucciones que dais a vuestros hijos,
y aseguraos que las comprendan claramente. Las lecciones que
aprendéis de la Palabra, debéis presentarlas a sus mentes juveniles
con tal claridad, que no puedan dejar de comprenderlas. Por sencillas
lecciones sacadas de la Palabra de Dios y de su propia experiencia,
podéis enseñarles a conformar su vida a la norma más alta. Aun en