Página 117 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 24—Nuestros talentos
La parábola de los talentos, debidamente comprendida, eliminará
nuestra codicia, a la que Dios llama idolatría.—
Testimonies for the
Church 3:387
.
Dios ha confiado a los hombres talentos: un intelecto donde se
originan las ideas, un corazón para que sea el asiento de su trono, los
afectos para que fluyan como bendiciones para otros, una conciencia
para que convenza de pecado. Cada uno ha recibido algo del Maestro,
y cada uno debe hacer su parte para satisfacer las necesidades de la
obra de Dios.
Dios desea que sus obreros lo consideren como el Dador de
todo lo que poseen, que recuerden que todo lo que tienen y todo
lo que son procede de él, cuyos consejos son admirables y cuyas
obras son excelentes. El delicado toque de la mano del médico, su
poder sobre los nervios y los músculos, su conocimiento del delicado
organismo del cuerpo, constituyen la sabiduría del poder divino que
debe emplearse en beneficio de la humanidad doliente. La habilidad
con que el carpintero usa el martillo y la fuerza con que el herrero
hace resonar el yunque proceden de Dios. Él ha dado a los hombres
habilidades, y desea que éstos acudan a él en busca de consejos.
Así podrán emplear sus dones con una eficacia infalible, y podrán
testificar que son obreros juntamente con Dios.
La prosperidad es un talento. El Señor ha enviado este mensaje
a su pueblo: “Vended lo que poseéis, y dad limosna”.
Lucas 12:33
.
Todo lo que poseemos pertenece al Señor, sin ninguna duda. Él
nos invita a despertarnos, a compartir las cargas de su causa para
que su obra tenga prosperidad. Cada cristiano debe llevar a cabo su
parte como un mayordomo fiel. Los métodos de Dios son razonables
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y justos, y debemos negociar con nuestros centavos y pesos para
entregarle nuestras ofrendas voluntarias a fin de sostener su obra,
para llevar almas a Cristo. Sumas cuantiosas y pequeñas deben afluir
a la tesorería del Señor...
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