Página 146 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 30—El peligro de la prosperidad
En todos los siglos las riquezas y el honor han llevado apareja-
do mucho peligro para la humildad y la espiritualidad. Cuando un
hombre prospera y todos hablan bien de él es cuando corre espe-
cialmente peligro. El hombre es humano. La prosperidad espiritual
continúa tan sólo mientras el hombre depende plenamente de Dios
para obtener sabiduría y perfección de carácter. Y los que sienten
más su necesidad de dependencia de Dios son generalmente los que
tienen menos tesoros terrenales y honores mundanales de los cuales
depender.
La alabanza de los hombres
Es peligroso conceder dádivas cuantiosas y palabras de alabanza
a los seres humanos. Los que son favorecidos por el Señor necesitan
estar en guardia constantemente, para que no surja el orgullo y
obtenga la supremacía. El que ha hecho una carrera inusitada, el que
ha recibido muchas alabanzas de los mensajeros del Señor, necesita
las oraciones especiales de los fieles centinelas de Dios, a fin de
ser protegido del peligro de alentar pensamientos de amor propio y
orgullo espiritual.
Esa persona nunca debe manifestar engreimiento ni intentar
actuar como dictador o soberano. Debe velar y orar y preocuparse de
que Dios reciba la gloria. A medida que su imaginación se apodere
de las cosas invisibles y contemple el gozo de la esperanza que se le
ofrece, la dádiva preciosa de la vida eterna, las alabanzas humanas
no llenarán su mente con pensamientos de orgullo. Y cuando el
enemigo realice esfuerzos especiales por corromperlo mediante la
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adulación y el honor mundano, sus hermanos deberían advertirlo
fielmente de los peligros que corre, porque si se lo deja abandonado
a sí mismo estará inclinado a cometer errores y a manifestar las
flaquezas humanas...
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