Página 154 - Consejos sobre Mayordom

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Consejos sobre Mayordomía Cristiana
Peor que una pérdida terrenal
Satanás es el archiengañador. Los resultados de nuestra acepta-
ción de sus tentaciones son peores que cualquier pérdida terrenal
que podamos imaginar; sí, peores que la muerte misma. Los que
compran el éxito al terrible costo de la sumisión a la voluntad y
los planes de Satanás, descubrirán que han realizado una mala ad-
quisición. En el negocio de Satanás todo se consigue a un precio
elevado. Las ventajas que presenta son un espejismo. Las brillantes
perspectivas que ofrece se consiguen con la pérdida de cosas que
son buenas, santas y puras. Que Satanás siempre sea confundido por
estas palabras: “Escrito está”. “Bienaventurado todo aquel que teme
a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de
tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien”.
Salmos 128:1, 2
...
La senda trazada para los rescatados del Señor está muy por
encima de todo programa y prácticas mundanales. Los que andan por
ella deben mostrar mediante sus obras la pureza de sus principios.—
The Signs of the Times, 24 de febrero de 1909
.
Una experiencia religiosa enana
Los ricos se sienten tentados a emplear sus recursos en la com-
placencia de sí mismos, en la gratificación del apetito, en el adorno
personal o en el embellecimiento de sus hogares. Los cristianos
profesos no vacilan en gastar su dinero libremente, y aun con ex-
travagancia, para conseguir estos objetivos. Pero cuando se les pide
que den para la tesorería del Señor, para edificar su causa, y para
promover su obra en el mundo, muchos presentan objeciones. El
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rostro que brillaba de interés al hacer planes para la gratificación de
sí mismo, no se enciende de gozo cuando la causa de Dios recurre
a su generosidad. Tal vez, sintiendo que no pueden hacer de otro
modo, dan de limosna una suma limitada, muy inferior a lo que
gastan liberalmente en la complacencia en cosas innecesarias. Pero
no manifiestan ningún amor real por Cristo, ningún interés fervoroso
en la salvación de las almas preciosas. ¡No es extraño que la vida
cristiana de esta clase de gente sea, en el mejor de los casos, tan
sólo una existencia enana y enfermiza! A menos que tales personas