Página 156 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 32—El mal uso de la riqueza
La riqueza acumulada no sólo es inútil, sino que también es una
maldición. En esta vida es una trampa para el alma porque aleja los
afectos del tesoro celestial. En el gran día de Dios, su testimonio
contra las aptitudes que no se utilizaron y las oportunidades que se
descuidaron condenará a su poseedor.
Hay muchas personas que en sus corazones acusan a Dios de ser
un amo duro porque reclama sus posesiones y su servicio. Pero no
podemos llevar a Dios nada que ya no le pertenezca. El rey David
dijo: “Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”.
1
Crónicas 29:14
. Todas las cosas son de Dios, no sólo por derecho de
creación, sino también de redención. Todas las bendiciones de esta
vida y de la vida venidera se nos entregan estampadas con la cruz
del Calvario.—
The Review and Herald, 23 de diciembre de 1902
.
Transformados por el amor
La verdad, implantada en el corazón por el Espíritu de Dios,
desplazará el amor a las riquezas. El amor a Jesús y el amor al dinero
no pueden morar en el mismo corazón. El amor a Dios sobrepasa de
tal modo al amor al dinero, que su poseedor se aparta de sus riquezas
y transfiere sus afectos a Dios. Luego, mediante el amor es inducido
a satisfacer las necesidades de los menesterosos y a ayudar a la causa
de Dios. Encuentra su satisfacción más intensa en disponer acerta-
damente de los bienes de su Señor. No considera como suyo todo lo
que tiene, de modo que cumple fielmente su deber como mayordomo
de Dios. Así puede observar los dos grandes mandamientos de la
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ley: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma,
y con todas tus fuerzas” (
Deuteronomio 6:5
); “amarás a tu prójimo
como a ti mismo”.
Levítico 19:18
.
En esta forma es como un rico puede entrar en el reino de Dios.
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o
padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá
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