Página 159 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 33—La simpatía por los pobres
En vista de lo que el cielo está haciendo para salvar a los perdi-
dos, ¿cómo pueden los que participan de las riquezas de la gracia
de Cristo retirar su interés y su simpatía a sus semejantes? ¿Có-
mo pueden complacerse en el orgullo de jerarquía o clase social, y
despreciar a los infortunados y los pobres?
Sin embargo, es muy cierto que el orgullo de clase y la opresión
de los pobres que prevalecen en el mundo, también existen entre los
seguidores profesos de Cristo. En el caso de muchos, parecería que
se han congelado los afectos que deberían manifestarse plenamente
hacia la humanidad. Los hombres se apoderan de los dones confiados
a ellos para que beneficien a otros. Los ricos abusan de los pobres
y emplean los recursos así ganados para complacer su orgullo y su
amor a la ostentación aun en la casa de Dios. Los pobres llegan a
sentir que resulta demasiado costoso para ellos asistir a los servicios
de adoración a Dios. Muchos piensan que sólo los ricos pueden
dedicarse a la adoración pública de Dios en una forma adecuada
como para causar una buena impresión en el mundo. Si no fuera
porque el Señor manifestó su amor a los pobres y humildes que
experimentan contrición de espíritu, este mundo sería un lugar muy
triste para los pobres...
El Redentor del mundo fue hijo de padres pobres, y cuando en
su infancia fue presentado en el templo, su madre pudo llevar tan
sólo la ofrenda establecida para los pobres: un par de tórtolas o dos
palominos. El constituyó el don más precioso hecho por el cielo a
nuestro mundo, un don que escapa a todo cálculo, y sin embargo se
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dio testimonio de él sólo mediante la ofrenda más pequeña. Nuestro
Salvador, durante su estada en el mundo, compartió la suerte de los
pobres y humildes. La abnegación y el sacrificio caracterizaron su
vida.
Todos los favores y las bendiciones de que disfrutamos proceden
solamente de él; somos mayordomos de su gracia y de sus dones
temporales; el talento más pequeño y el servicio más humilde pueden
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