Página 168 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 34—Elogio de la liberalidad
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El apóstol Pablo, en su ministerio entre las iglesias, era incan-
sable en sus esfuerzos por inspirar en los corazones de los nuevos
conversos un deseo de hacer grandes cosas por la causa de Dios.
A menudo los exhortaba a ejercer la liberalidad. Al hablar con los
ancianos de Efeso respecto a sus labores anteriores entre ellos, dijo:
“En todo os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar
a los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual
dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir”.
Hechos 20:35
.
“El que siembra escasamente—escribió a los corintios—, también
segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendicio-
nes también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no
con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre”.
2
Corintios 9:6, 7
.
Casi todos los creyentes macedonios eran pobres en bienes de
este mundo, pero sus corazones rebosaban de amor a Dios y a su
verdad, y daban alegremente para el sostén del Evangelio. Cuando
se hicieron colectas generales entre las iglesias gentiles para aliviar
a los creyentes judíos, la liberalidad de los conversos de Macedonia
se presentaba como un ejemplo a las otras iglesias. Escribiendo a
los creyentes corintios, el apóstol les llamó la atención a “la gracia
de Dios que ha sido dada a las iglesias de Macedonia: que en gran-
de prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda
pobreza abundaron en riquezas de su bondad. Pues de su grado han
dado conforme a sus fuerzas..., y aun sobre sus fuerzas; pidiéndonos
con muchos ruegos, que aceptásemos la gracia y la comunicación
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del servicio para los santos”.
2 Corintios 8:1-4
.
La buena voluntad de los creyentes macedonios para sacrificarse
era resultado de la consagración completa. Movidos por el Espíritu
de Dios, “a sí mismos se dieron primeramente al Señor” (
2 Corintios
8:5
); entonces estaban dispuestos a dar generosamente de sus medios
para el sostén del Evangelio. No era necesario instarlos a dar; más
bien, se regocijaban por el privilegio de privarse aun de las cosas
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