Página 184 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 38—La obra de la recolección
Al poner en práctica cualquier plan establecido para llevar a
otros el conocimiento de la verdad presente, y de las maravillosas
providencias relacionadas con el progreso de la causa, en primer
lugar consagrémonos nosotros mismos plenamente a Aquel cuyo
nombre deseamos exaltar. Oremos fervorosamente en beneficio de
quienes deseamos visitar llevándolos con fe viviente, uno a uno, ante
la presencia de Dios.
El Señor conoce los pensamientos y propósitos del hombre, ¡y
con cuánta facilidad puede enternecernos! ¡Cómo su Espíritu, como
un fuego, puede subyugar el corazón empedernido! ¡Cómo puede
llenar el alma de amor y ternura! ¡Cómo puede darnos las gracias de
su Espíritu Santo y capacitarnos para salir a trabajar por las almas!
El poder de la gracia subyugadora debería sentirse en toda la iglesia
en esta época; y se sentirá si prestamos atención a los consejos
de Cristo dados a sus seguidores. A medida que aprendamos a
adornar la doctrina de Cristo nuestro Salvador ciertamente veremos
la salvación de Dios.
A todos los que están por encargarse de una tarea misionera
especial con la publicación preparada para ser utilizada en la Cam-
paña de la Recolección, quiero decirles: Sed diligentes en vuestros
esfuerzos; vivid bajo la dirección del Espíritu Santo. Aumentad dia-
riamente vuestra experiencia cristiana. Que los que posean aptitudes
especiales trabajen por los que no creen, en los lugares acomodados
tanto como en los lugares humildes. Buscad diligentemente las al-
mas que perecen. Pensad en el gran deseo que Cristo tiene de llevar
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a su redil nuevamente a los que se han descarriado.
Buscad a las almas como quienes saben que han de rendir cuenta
por ellas. Mediante la obra misionera que hagáis en la iglesia y en
el vecindario haced brillar vuestra luz con rayos claros y definidos
a fin de que ninguna persona pueda levantarse en el juicio y decir:
“¿Por qué no me hablasteis acerca de la verdad? ¿Por qué no os
preocupasteis de mi alma?”
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