Página 214 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 44—Profesantes vanos
Las Escrituras hablan de un grupo numeroso de profesantes que
no son hacedores. Muchos que pretenden creer en Dios lo niegan
con sus obras. Su adoración del dinero, las casas y los terrenos los
señalan como idólatras y apóstatas. Todo egoísmo es codicia, y por
lo tanto es idolatría. Muchos que han hecho inscribir sus nombres
en los libros de la iglesia como creyentes en Dios y en la Biblia,
están adorando los bienes que el Señor les ha confiado para que
ellos fuesen sus administradores. No se inclinan literalmente ante su
riqueza terrenal, pero ésta de todos modos es su dios. Son adoradores
de Mammón. Honran las cosas de este mundo con un homenaje que
pertenece al Creador. El que ve y conoce todas las cosas registra la
falsedad de su profesión de piedad.
Dios queda excluido del templo del alma de un cristiano mun-
dano, a fin de que la política mundanal tenga abundante lugar. El
dinero es su dios. Pertenece a Jehová, pero aquel a quien ha sido
confiado rehúsa dejarlo fluir en términos de obras de benevolen-
cia. Si lo hubiese utilizado de acuerdo con el propósito de Dios,
el incienso de sus buenas obras habría ascendido al cielo, y de mi-
les de almas convertidas se habrían oído los himnos de alabanza y
agradecimiento.
Nuestro dinero debería ser empleado para promover el reino de
Dios, para despertar a los que están muertos en sus faltas y pecados y
para hablar a los pecadores acerca del bálsamo sanador del amor del
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Salvador. Pero con demasiada frecuencia se emplea el dinero para la
glorificación del yo. En vez de constituir el medio para llevar a las
almas al conocimiento de Dios y de Cristo, provocando en esta forma
alabanza y gratitud al Dador de todo bien, las posesiones terrenales
han sido el medio para eclipsar la gloria de Dios y oscurecer la vista
del cielo. Mediante el uso equivocado del dinero el mundo se ha
llenado de prácticas impías. La puerta de la mente ha sido cerrada
contra el Redentor.
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