Página 215 - Consejos sobre Mayordom

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Profesantes vanos
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Dios declara: “Tu plata y tu oro son míos”.
1 Reyes 20:3
. El
mantiene una estricta cuenta con cada hijo e hija de Adán a fin de
saber en qué formas utilizan sus recursos. Los mundanos podrán
decir: “Pero yo no soy cristiano. No profeso servir a Dios”. ¿Pero
los hace esto menos culpables por enterrar sus medios y recursos
económicos en empresas mundanales, a fin de promover sus intereses
egoístas?
Hablo a los que no conocen a Dios, que lleguen a leer estas
líneas, porque en su providencia pueden ser llevadas a su atención.
¿Qué estáis haciendo con los bienes de vuestro Señor? ¿Qué estáis
haciendo con las facultades físicas y mentales que él os ha dado?
¿Podéis por vosotros mismos mantener en movimiento la maquinaria
humana? Si Dios pronunciara una sola palabra para indicar que
debéis morir, de inmediato caeríais en el reposo de la muerte. Día
a día, hora a hora, minuto a minuto, Dios obra mediante su poder
infinito para manteneros vivos. Él es quien proporciona el aliento que
mantiene la vida en vuestro cuerpo. Si Dios descuidara al hombre
así como éste descuida a Dios, ¿qué ocurriría con la humanidad?
El gran Médico misionero se interesa en la obra de sus manos.
Presenta a los hombres el peligro que hay en cerrar la puerta del co-
razón contra el Salvador, diciéndoles: “Volveos, volveos de vuestros
malos caminos; ¿por qué moriréis?”.
Ezequiel 33:11
.—
The Review
and Herald, 23 de mayo de 1907
.
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Un título de las posesiones celestiales
Llegará un día cuando “arrojará el hombre a los topos y mur-
ciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron
para que adorase, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en
las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová,
y por el resplandor de su majestad”.
Isaías 2:20, 21
. Las riquezas
del mundo no servirán de nada en el día de la ira, pero la fe y la
obediencia serán las que proporcionarán la victoria.
Tendremos que echar mano de toda la fe que poseamos. Debemos
acostumbrarnos a hablar de la fe y prepararnos para la vida futura.
¡Qué esfuerzos diligentes realizan los hombres para conseguir un
título legal de sus tierras! Deben tener escrituras que resistan la
prueba de la ley. El dueño no queda satisfecho hasta que se asegura