Página 280 - Consejos sobre Mayordom

Basic HTML Version

276
Consejos sobre Mayordomía Cristiana
Hay que abrir nuevos campos de trabajo, hay que añadir almas a
la fe, nuevos nombres deben aparecer en los registros de la iglesia—
nombres que también aparecerán en los registros inmortales del
cielo. ¡Ojalá que comprendiésemos lo que podría hacerse con el
dinero gastado en la gratificación del yo!—
The Review and Herald,
27 de enero de 1891
.
Un socio en la firma de Dios
La causa de Dios mantiene una exigencia continua. Por lo tanto,
la laboriosidad se requiere de parte de todos, encumbrados y hu-
mildes, ricos y pobres, a fin de devolver a Dios los réditos debidos,
para que haya “alimento” en su casa, y puedan ser sostenidos los
siervos a quienes él ha llamado a la obra de comunicar la verdad a
un mundo que perece.
Dios no sólo requiere el diezmo, sino también pide que todo
lo que poseemos sea usado para su gloria. No debemos ser derro-
chadores, porque los bienes que poseemos son propiedad de Dios.
Ni un peso, ni un centavo, son nuestros. El malgastar el dinero en
lujos priva a los pobres de los recursos necesarios con los que podría
proporcionárseles alimento y ropa. Lo que se gasta en la gratifica-
ción del orgullo en el vestir, en casas, en muebles y en decoraciones,
aliviaría las aflicciones de muchas familias necesitadas y afligidas.
[314]
Los mayordomos de Dios deben ministrar a los necesitados. Esto es
el fruto de la religión pura e incontaminada. El Señor condena a los
hombres por la satisfacción de su complacencia egoísta mientras sus
semejantes sufren por falta de alimento y ropa...
El Señor pide a cada uno de sus hijos que haga brillar la luz
del cielo—la luz del amor sin egoísmo del Señor—en medio de las
tinieblas de esta época degenerada. Si él ve que lo reconocéis como
el dueño de vosotros mismos y de todas vuestras posesiones, si él ve
que utilizáis los medios que os ha confiado como mayordomos fieles,
registrará vuestros nombres en los libros del cielo como obreros
juntamente con él, como socios en su gran firma, para trabajar en
bien de vuestros semejantes. Y en el día final experimentaréis gozo
al ver que los recursos utilizados sabiamente para ayudar a otros han
hecho que mediante vosotros el nombre de Dios sea alabado.—
The
Review and Herald, 8 de diciembre de 1896
.