Página 291 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 60—El pecado de Ananías
Los corazones de Ananías y de su esposa fueron movidos por el
Espíritu Santo a dedicar sus posesiones a Dios, tal como lo habían
hecho sus hermanos. Pero después de haber hecho la promesa, se
arrepintieron, y decidieron no cumplirla. Mientras pretendían darlo
todo, retuvieron una parte del dinero recibido. Actuaron fraudulenta-
mente en relación con Dios, mintieron al Espíritu Santo, y su pecado
recibió un juicio rápido y terrible. Perdieron no sólo esta vida sino
también la vida eterna.
El Señor vio que era necesaria esta señalada manifestación de su
justicia para proteger a otros contra ese mismo mal. Esto constituyó
un testimonio de que los hombres no pueden engañar a Dios, de
que él detesta el pecado oculto en el corazón y de que nadie podrá
burlarse de él. Ese acontecimiento fue permitido como amonestación
para la joven iglesia, para guiar a sus miembros a examinar sus
motivos, para que tuvieran cuidado de no complacer el egoísmo y la
vanagloria, para que se cuidaran de no robar a Dios.
En el caso de Ananías, el pecado de fraude contra Dios fue detec-
tado y castigado rápidamente. Este ejemplo del juicio de Dios tenía
el propósito de ser una señal de peligro para todas las generaciones
futuras. Ese mismo pecado se repitió con frecuencia en la historia
posterior de la iglesia, y en nuestra época muchos lo cometen; pero
aunque no reciba la manifestación visible del desagrado de Dios, no
por eso es menos horrible ante su vista ahora que en el tiempo de
los apóstoles. La amonestación ha sido dada, Dios ha manifestado
claramente su aborrecimiento de este pecado, y todos los que ma-
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nifiesten una conducta semejante pueden tener la seguridad de que
están destruyendo sus propias almas...
El egoísmo queda vencido y se obra de acuerdo con la mente
de Cristo únicamente cuando se reconocen plenamente los moti-
vos cristianos, cuando la conciencia despierta al deber y cuando la
luz divina impresiona el corazón y el carácter. El Espíritu Santo,
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