Página 302 - Consejos sobre Mayordom

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Consejos sobre Mayordomía Cristiana
error diferir la respuesta a las exigencias de Dios en cuanto a la
generosidad debida a su causa hasta el tiempo de transferir la mayor-
domía a otros. Aquellos a quienes confiáis vuestros recursos pueden
no manejarlos tan bien como vosotros. ¿Cómo se atreven los ricos
a correr tan grandes riesgos? Los que aguardan hasta el momento
de morir para disponer de su propiedad, la entregan a la muerte más
bien que a Dios. Al hacerlo así, muchos están obrando en forma
directamente contraria al plan de Dios bosquejado claramente en su
Palabra. Si ellos quieren hacer bien, deben aprovechar los áureos
momentos actuales y trabajar con toda su fuerza, temiendo perder la
oportunidad favorable.
Los que descuidan un deber conocido, no contestando a los re-
querimientos que Dios les hace en esta vida, y calman su conciencia
calculando hacer sus testamentos cuando estén por morir, no oirán
palabras de elogio del Maestro ni tampoco recibirán recompensa.
No practicaron la abnegación, sino que retuvieron egoístamente sus
recursos tanto como pudieron, entregándolos únicamente cuando
la muerte los requirió. Aquello que muchos se proponen postergar
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hasta que estén por morir, si fuesen verdaderos cristianos lo harían
mientras están gozando plenamente de la vida. Se consagrarían ellos
mismos y su propiedad a Dios, y mientras actuasen como mayordo-
mos suyos tendrían la satisfacción de cumplir su deber. Haciéndose
sus propios ejecutores, satisfarían los requerimientos de Dios ellos
mismos antes de pasar la responsabilidad a otros.
Debemos considerarnos administradores de la propiedad del
Señor, y tener a Dios como el propietario supremo, a quien debemos
devolver lo suyo cuando lo requiere. Cuando venga para recibir lo
suyo con interés, los codiciosos verán que en vez de multiplicar los
talentos que se les confiaron, atrajeron sobre sí mismos la maldición
pronunciada sobre el siervo inútil.
¿Generosidad estando vivo o legados dejados al morir?
El Señor quiere que la muerte de sus siervos sea considerada
como una pérdida, por causa de la influencia benéfica que ejercieron
y las muchas ofrendas voluntarias que dieron para alimentar la
tesorería de Dios. Los legados que se dejan al morir son un mísero
substituto de la benevolencia que uno podría hacer mientras vive.