Página 314 - Consejos sobre Mayordom

Basic HTML Version

Capítulo 65—La recompensa como motivación en el
servicio
[352]
El Salvador dijo repetidamente: “Pero muchos primeros serán
postreros, y postreros, primeros”.
Mateo 19:30
. Jesús desea que los
que trabajan en su servicio no estén ansiosos por recibir recompen-
sas, ni que sientan que deben recibir una compensación por todo lo
que hacen. El Señor quiere que nuestras mentes se encaucen por un
conducto diferente, porque él no ve en la forma como el hombre ve.
El no juzga por las apariencias sino que estima a un hombre por la
sinceridad de su corazón.
Los que han puesto en su servicio un espíritu de verdadero
sacrificio, de la negación de sí mismos, son los que ocuparán el
primer lugar al final. Los obreros que fueron contratados primero,
representan a los que poseen un espíritu envidioso y de justicia
propia, y que pretenden recibir un trato preferencial por sus servicios
por encima de los demás. El padre de familia dijo a uno que puso
en duda su derecho de dar más a los demás que a él: “Amigo, no te
hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?”
Mateo 20:13
.
Yo he cumplido mi parte del acuerdo.
En nuestra esfera de acción, todos nosotros deberíamos respetar
el monto de la recompensa. Pero mientras apreciamos la promesa
de bendición, deberíamos tener perfecta confianza en Jesucristo,
creyendo que él hará bien y nos dará una recompensa que esté de
acuerdo con lo que han sido nuestras obras. El don de Dios es la
vida eterna, pero Jesús no desea que estemos tan ansiosos acerca
[354]
de las recompensas como por hacer la voluntad de Dios porque es
correcto hacerlo así, independientemente de toda ganancia.
Pablo contempló constantemente la corona de vida que se le
daría, y no sólo a él sino también a todos los que aman su venida.
Fue la victoria ganada mediante la fe en Jesucristo la que hizo la
corona tan deseable. El siempre exaltó a Jesús. Está fuera de lugar
toda jactancia de nuestra parte acerca de los talentos o la victoria.
“No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el
310