Página 317 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 66—El tesoro en el cielo
Cristo nos recomienda: “Haceos tesoros en los cielos”. Esta obra
de transferir nuestras posesiones al mundo de arriba, es digna de
nuestras mejores energías. Es de la mayor importancia e implica
nuestros intereses eternos. Lo que damos a la causa de Dios no se
pierde. Todo lo que damos para la salvación de las almas y la gloria
de Dios se invierte en la empresa de más éxito en esta vida y en
la vida futura. Nuestros talentos de oro y plata, si los damos a los
cambiadores, ganan continuamente en valor, lo cual se registrará
en nuestra cuenta en el reino de los cielos. Nosotros seremos los
receptores de la riqueza eterna que ha aumentado en las manos de
los cambiadores. Al dar para la obra de Dios, nos estamos haciendo
tesoros en el cielo. Todo lo que depositamos arriba está asegurado
contra el desastre y la pérdida, y está aumentando en valor eterno y
perdurable.
Ganancia para este tiempo y la eternidad
Deberíamos proponernos decididamente colocar todas nuestras
capacidades al servicio de Cristo. Porque su servicio representa un
beneficio para esta vida y para la vida venidera...
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno,
todo tu cuerpo estará lleno de luz”.
Mateo 6:22
. Si el ojo es bueno,
si se lo dirige hacia el cielo, la luz del cielo inundará el alma, y las
cosas terrenas parecerán insignificantes y sin atractivo. Cambiarán
los propósitos del corazón y se atenderá la amonestación de Jesús.
Haremos nuestro tesoro en el cielo. Nuestros pensamientos se fi-
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jarán en las grandes recompensas de la eternidad. Todos nuestros
planes los haremos con referencia a la vida futura e inmortal. Nos
sentiremos atraídos hacia nuestro tesoro. No nos ocuparemos de
nuestros intereses mundanos, pero en todas nuestras empresas nos
formularemos esta pregunta silenciosa: “Señor, ¿qué quieres que
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