Página 79 - Consejos sobre Mayordom

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Un plan hermoso y sencillo
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conciencia iluminada en lo que se refiere a los derechos de Dios.
Los ricos sentirán la tentación de complacerse en el egoísmo y la
avaricia, y de retener los diezmos. Pero los que son fieles a Dios,
cuando sean tentados contestarán a Satanás: “Escrito está”, “¿robará
el hombre a Dios?” “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare
todo el mundo, y perdiere su alma?”.
Mateo 16:26
.—
The Review
and Herald, 16 de mayo de 1893
.
Comprometidos por el pacto
En la gran obra de amonestar al mundo, los que poseen la verdad
en el corazón y han sido santificados por la verdad cumplirán con la
parte que se les ha asignado. Serán fieles en el pago de diezmos y
ofrendas. Cada miembro de iglesia está comprometido por el pacto
hecho con Dios a negarse todo lo que implique un gasto extravagante
de recursos. No permitamos que la falta de economía en nuestra
vida de hogar, nos incapacite para desempeñar nuestra parte en el
fortalecimiento de la obra que ya está establecida y nos impida
entrar en nuevos territorios.—
The Review and Herald, 17 de enero
de 1907
.
Ruego a mis hermanos y hermanas de todo el mundo que des-
pierten a la responsabilidad que descansa sobre ellos en lo que se
refiere al pago fiel del diezmo... Llevad fielmente la cuenta con vues-
tro Creador. Comprended plenamente la importancia de ser justos
con Aquel que posee presciencia divina. Que cada uno escudriñe
diligentemente su corazón. Que revise sus cuentas y descubra en
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qué relación se encuentra con Dios.
El que dio a su Hijo unigénito para que muriera por vosotros,
ha hecho un pacto con vosotros. Él os da sus bendiciones y en
cambio requiere que le llevéis vuestros diezmos y ofrendas. Nadie
se atreverá a decir que no comprendió este asunto. El plan de Dios
concerniente a los diezmos y ofrendas está claramente establecido
en el tercer capítulo de Malaquías. Dios pide que sus instrumentos
humanos sean fieles al contrato que él ha hecho con ellos. “Traed
todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”.
Malaquías
3:10
.—
The Review and Herald, 3 de diciembre de 1901
.