Página 89 - Consejos sobre Mayordom

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El mensaje de Malaquías
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¡Oh, si todos los que conocen la verdad obedecieran la enseñanza
de esa verdad! ¿Por qué son tan ciegos los hombres que están en el
umbral mismo del mundo eterno? Hablando en términos generales
no hay escasez de medios entre los adventistas. Pero muchos ad-
ventistas no logran comprender la responsabilidad que les asiste de
cooperar con Dios y Cristo en la salvación de las almas. No expresan
ante el mundo el gran interés que Dios tiene en los pecadores. No
aprovechan al máximo las oportunidades que se les conceden. La
lepra del egoísmo ha entrado en la iglesia. El Señor Jesucristo sanará
a la iglesia de esta terrible enfermedad si ella quiere ser curada. El
remedio se encuentra en el capítulo 58 de Isaías.—
The Review and
Herald, 10 de diciembre de 1901
.
Un asunto serio
Es un asunto serio utilizar mal los bienes del Señor, robarle a
Dios; porque al hacerlo se pervierte la capacidad de percibir y el
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corazón se endurece. Cuán árida es la experiencia religiosa y cuán
confusa es la comprensión del que no ama a Dios con amor puro y
sin egoísmo, y del que falla, por lo tanto, en amar a su prójimo como
a sí mismo...
El gran día final revelará ante ellos y todo el universo el bien que
habría podido hacerse si ellos no hubiesen seguido sus inclinaciones
egoístas robando así a Dios en los diezmos y las ofrendas. Habrían
podido colocar su tesoro en el banco del cielo y preservarlo en bolsas
que no envejecen; pero en lugar de hacerlo, lo gastaron en ellos
mismos y en sus hijos, y al parecer temían que el Señor recibiese
algo de su dinero o su influencia, y de esta manera acarrearon sobre
sí pérdida eterna. Piensen ellos en el resultado de retener lo que es
de Dios. El siervo infiel que no puso a interés el dinero de su Señor,
pierde una herencia eterna en el reino de gloria.—
The Review and
Herald, 22 de enero de 1895
.
Defraudar a Dios es el delito más grande que un hombre pue-
da cometer; y sin embargo este pecado está muy arraigado y
extendido.—
The Review and Herald, 13 de octubre de 1896
.