Página 88 - Consejos sobre Mayordom

Basic HTML Version

84
Consejos sobre Mayordomía Cristiana
la belleza de su verdad. No retengáis nada que sea del Salvador.
Todo le pertenece. No tendríais nada para dar si él no os lo hubiera
dado primero.
El egoísmo se ha introducido y se ha apoderado de lo que le
pertenece a Dios. Esto es codicia, lo cual es idolatría. Los hombres
monopolizan lo que Dios les ha prestado, como si fuera de su propie-
dad, para hacer lo que les place. Cuando su capacidad para allegar
riquezas es complacida, piensan que sus posesiones los hacen va-
liosos a la vista de Dios. Esto es una trampa, un engaño de Satanás.
¿De qué valen la pompa y la ostentación exteriores? ¿Qué ganan
hombres y mujeres con el orgullo y la complacencia de sí mismos?
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”.
Mateo 16:26
. La riqueza mundanal es efímera. Podemos obtener
riquezas eternas únicamente por medio de Cristo. La riqueza que él
nos concede escapa a todo cómputo. Habiendo encontrado a Dios
somos supremamente ricos en la contemplación de su tesoro. “Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre,
son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
1 Corintios
2:9
.
Formulaos esta pregunta: ¿Qué estoy haciendo con los talentos
del Señor? ¿Os estáis colocando en una situación en la que se os
[90]
pueden aplicar estas palabras: “Malditos sois con maldición, porque
vosotros, la nación toda, me habéis robado”?
Malaquías 3:9
.
Estamos viviendo en un tiempo de solemne privilegio y de co-
metido sagrado; un tiempo en el que nuestro destino está siendo
decidido para vida o para muerte. Recuperemos nuestra sensatez.
Vosotros que pretendéis ser hijos de Dios, llevad vuestros diezmos a
su tesorería. Dad ofrendas en forma voluntaria y abundante, según
Dios os haya prosperado. Recordad que el Señor os ha confiado
ciertos talentos con los que debéis negociar diligentemente para él.
Recordad también que el siervo fiel no se atribuye nada a sí mismo.
Toda alabanza y gloria son dadas al Señor: Tú me entregaste tu
depósito. No habría sido posible ganancia alguna sin que primero
hubiese habido un depósito. No habría podido haber ningún interés
sin un capital. El capital fue adelantado por el Señor. El éxito en los
negocios procede de él, y a él pertenece la gloria.