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Capítulo 20—Utilidad
Enseñad a los niños a ser útiles
—En la escuela del hogar se
les debe enseñar a los niños a cumplir con los deberes prácticos
de la vida diaria. Mientras aun son jóvenes, la madre debe darles
algunas tareas sencillas que hacer cada día. Necesitará más tiempo
para enseñárselas que para hacerlas ella misma; pero recuerde que
debe poner el fundamento de la utilidad en el edificio de su carácter.
Piense que el hogar es la escuela en la que ella es la maestra principal.
A ella le toca enseñar a sus hijos a cumplir rápida y hábilmente los
deberes de la casa. Tan temprano en la vida como sea posible, se les
debe enseñar a compartir las cargas del hogar. Desde la infancia se
debería enseñar a los niños a llevar cargas siempre más pesadas, a
ayudar inteligentemente en el trabajo de la familia.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos, 94
.
Desestímense los errores infantiles
—Miles quedan casi sin
educarse en sus propios hogares. “Produce tanta molestia—dice la
madre—. Es mejor que yo misma haga estas cosas; da tanto que
hacer, y eso me molesta”.
¿No recuerda la madre que ella misma tuvo que aprender esas
pequeñas cosas antos de poder ser útil? Es un error rehusar enseñar
a los chicos poco a poco. Mantened con vosotros a esos niños. Per-
mitidles que hagan preguntas y respondedles con paciencia. Dadles
algo que hacer a vuestros pequeños, y que tengan la felicidad que se
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deriva de suponer que os están ayudando.
No hay que rechazar a los niños cuando están tratando de hacer
bien las cosas. Si cometen errores, si ocurren accidentes y se rompen
las cosas, no los culpéis. Toda su vida futura depende de la educación
que les deis en sus años infantiles. Enseñadles que las facultades de
su cuerpo y mente les fueron dadas para ser utilizadas en el servicio
del Señor, y que todas pertenecen a él. El Señor da a algunos de estos
niños una idea clara y precoz de su voluntad. Padres y maestros,
comenzad pronto a enseñar a los niños a cultivar las facultades que
Dios les ha dado.—
Carta 104, 1897
.
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